Para el mundo cultural occidental estos son los nombres importantes de la cultura. Craso error etnocéntrico. El mundo es mucho más que occidente, sin negar la primacía geo-política de algunos países europeos y Estados Unidos en la configuración de la llamada modernidad.
El homo-sapiens es de origen africano y durante miles de años se extendió por todos los continentes, siendo el último en ocuparse, a partir de Asia, lo que hoy es el continente americano.
Es mucho más equilibrado hablar de civilizaciones, como lo han hecho grandes historiadores, como por ejemplo Arnold Toymbee, tanto en sentido espacial como temporal y cronológico. Cada continente tiene sus aportes e interés. Para el llamado mundo occidental, el espacio antropológico y cultural indoeuropeo, medio-oriente y norte de África fue fundamental. Es el crisol étnico-religioso, cultural y civilizatorio del Mediterráneo y su entorno greco-helenístico y romano-bizantino-cristiano en dialéctica confrontacional con el mundo árabe-otomano-islámico.
En el siglo 20 y 21 los continentes descolonizados, integrados a una economía-mundo de orden capitalista y a una globalización tecno-científica acelerada, seguir hablando en sentido general de Occidente y Oriente cada vez se presta a más confusión.
Esto no lo entienden y mucho menos comparten los estrechos localismos mentales y las ideologías nacionalistas y los fanatismos integristas.
En este sentido la Iglesia Católica como una institución ecuménica de origen y misión universal está situada a la altura de los tiempos y sus exigencias globales, a diferencia de casi todas las otras instituciones atrapadas en los intereses e inercias del pasado. Finanzas, negocios, tecnologías, comercio, información, demografía, alimentación, educación, salud, ambiente, etcétera. Cada día más son problemas de toda la humanidad y no de una nación determinada.
La democracia, la libertad y los Derechos Humanos también nos obligan a involucrarnos en cualquier lugar que se amenacen o conculquen y ni hablar de las guerras y la necesaria construcción de la paz en el mundo.
Cada pueblo es una cultura que no puede ser ignorada, ni desestimada. Vivimos en un mundo pluri-cultural, en “mezclaje” y sincretismo creciente.