“Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, dijo Diego Maradona el 10 de noviembre de 2001, en el partido homenaje que le hicieron en la cancha de Boca. Y la ovación fue inmediata. Es que, para entonces, muchos pensaban que su tratamiento de recuperación contra las adicciones estaba dando resultado. Pero no. La realidad es que, en ese momento, nada estaba bien en la vida del Diez.
Por infobae.com
Después de sufrir un episodio que lo puso al borde de la muerte en enero del año 2000, el ex capitán de la Selección Argentina viajó a Cuba para instalarse en un centro de rehabilitación llamado La Pradera. Además de su mánager, Guillermo Coppola, lo acompañó su legítima esposa, Claudia Villafañe, de quien ya estaba separado de hecho desde hacía un par de años pero quien, para la gente, seguía siendo su pareja oficial. Sin embargo, ni bien la madre de Dalma y Gianinna regresó a la Argentina, Diego mandó a buscar a su novia, Laura Cibilla.
La ex mesera de La Diosa, a quien Maradona también había arrastrado a las drogas, lo acompañó durante los primeros meses del tratamiento. Dicen que, por entonces, al jugador le habrían dado un compuesto que él guardaba celosamente en un rollo de fotos creyendo que era cocaína. Pero que, en realidad, era un preparado que servía para que calmara su necesidad de consumir mientras limpiaba su cuerpo de sustancias. Y así fue como los dos pudieron dejar de lado la adicción. Sin embargo, hubo un punto de inflexión en el que Diego tuvo una recaída y ya no pudo rencausarse.
En el mes de junio de ese año, el cuartetero Rodrigo Bueno viajó a la isla junto a las cámaras de Versus para encontrarse con el Diez. Celoso como pocos, el jugador hizo que Cibilla regresara a la Argentina por unos días para que no se cruzara con el músico. Por esos días, también arribó a Cuba un grupo de conocidos de Maradona que habían organizado con él un partido de fútbol. Y, según cuentan, hubo alguien que le llevó “de la buena”. Lo cierto es que, cuando Laura volvió a La Habana, Diego ya había vuelto a consumir.
Por aquellos tiempos, las arcas de Maradona ya se habían vaciado. Y muchos de los negocios que le conseguían se le caían, simplemente, porque su estado no le permitía cumplir con sus compromisos. Sin embargo, él habría logrado abastecerse de droga, supuestamente, gracias a sus contactos en Colombia. Y esto provocó que, meses más tarde y luego de una fuerte pelea, Cibilla decidiera escaparse a España. Fue entonces cuando Carlos Ferro Viera encontró a Mavys Álvarez y la indujo para que fuera a conocer al jugador más famoso del mundo.
Claro que la relación abusiva que mantuvo con la joven cubana, que por entonces tenía apenas 16 años, no logró que Diego dejara de pensar en Laura. Así que, a los pocos días, viajó a buscarla al viejo continente junto a Coppola. De manera que ambas historias se dieron de manera simultánea, aunque ninguna de ellas lo supiera. ¿Si además había otras mujeres? Muchos aseguran que sí y, de hecho, hay fotos que lo acreditan…
El 28 de septiembre de ese año, Maradona regresó a la Argentina para la presentación de su libro autobiográfico, Yo soy el Diego. Se alojó en el Hotel Hilton, al igual que Laura, pero a la ceremonia asistió con Claudia, que llegó minutos después de que empezara el acto. “Ahí viene la bruja”, había dicho el jugador al verla ingresar al recinto, en el que había más de mil quinientas personas. Es que, para entonces, la única foto que quería ver en la prensa era la que lo mostraba junto su familia legal. Y no quería ni siquiera oír hablar de Junior, el hijo que había nacido como fruto de su relación con Cristiana Sinagra, ni de Jana, la hija que había tenido con Valeria Sabalain.
De nuevo en Cuba, Diego fue repartiendo cartas de amor casi calcadas entre Cibilla y Mavys. Y, cuando en noviembre de 2001 decidió volver a Buenos Aires para su despedida del fútbol, se obstinó con la idea de que la joven cubana tenía que viajar con él. En ese momento, tuvo lugar la famosa anécdota de la valija a la que le había mandado a hacer orificios para trasladarla. Pero la realidad es que fue el mismísimo Fidel Castro quien, finalmente, firmó la autorización para que Álvarez pudiera arribar al país.
Las empleadas del Hilton fueron testigos de cómo transcurrieron esos días de Maradona en Buenos Aires. Cuentan que dormía todo el día y que, por las noches, la fiesta era eterna. De hecho, aseguran que cuando podían ingresar a su habitación para hacer el aseo, tenían que hacerlo con guantes porque nunca sabían qué se podían encontrar. Y que las paredes del cuarto estaban todas manchadas, ya que el jugador se divertía jugando al Paintball, uno de sus hobbies de entonces. También aseguran que otras suites, se alojaban Guillermo y el doctor Alfredo Cahe, además de otros amigos y asistentes del jugador.
Mavys, en tanto, compartía sus días con una joven que algunos creen que podría ser Estela, una muchacha que trabajaba en una compañía aérea y que por entonces mantenía una relación sentimental con Coppola. Durante su paso por la isla caribeña, el representante había estado también con la rosarina Evelyn y la cubana Eidry, a quien luego ayudó a venir a la Argentina, entre otras mujeres. Pero la azafata, cuentan, era la única autorizada a ponerle los lentes de contacto verdes a Diego en aquella época. Y juntas, Álvarez y ella habrían aprovechado algunas tardes para ir al Paseo Alcorta a comprar ropa, carteras y maquillajes.
En ese hotel de Puerto Madero se realizaron dos eventos: una cena para 150 personalidades y una fiesta para más de 3000 invitados. Pero Mavys no habría podido asistir, ya que en uno de los salones una cámara de televisión la ponchó por casualidad y tuvieron que sacarla. Según cuentan, por esos días Diego se habría alojado también en el Hotel Sheraton, dónde recibió su diploma de Técnico de Fútbol, y en el Elevage y en el Cristóforo Colombo, dónde solía quedarse habitualmente por canje, dado que no contaba con dinero ni siquiera para cubrir los gastos de los daños que ocasionaba.
Con Álvarez, aseguran que Maradona habría ido a visitar a sus hermanas y habría asistido a algunas cenas discretas. Según relató la propia Mavys, la cirugía estética de busto a la que se sometió sin autorización de sus padres durante su estadía en el país, en manos del doctor Juan Carlos Pintos Barbieri, se complicó cuando se le soltaron los puntos por “las locuras” del jugador, que hasta habría intentado llevarla a cabalgar a tres días de haber pasado por el quirófano. Así las cosas, la joven habría pasado la mayor parte de sus días en la Argentina en el departamento de Barrio Parque, aquel que terminó incendiándose el 21 de enero del 2002, cuando ella ya habría vuelto a Cuba.