Hablan los expertos: ¿Por qué es tan difícil acabar con el narcotráfico en Colombia, pese a la caída de los capos?

Hablan los expertos: ¿Por qué es tan difícil acabar con el narcotráfico en Colombia, pese a la caída de los capos?

En esta foto de archivo del 30 de diciembre de 2020, un oficial de policía se encuentra en un campo de coca durante una operación de erradicación manual en Tumaco, suroeste de Colombia. Mosquera enfrenta hasta 20 años en una prisión federal de Estados Unidos por supuestamente traicionar a la Administración de Control de Drogas a los mismos narcotraficantes con los que estaban luchando conjuntamente. (Foto AP / Ivan Valencia, Archivo)

 

 

 

Desde los años 90 hasta hoy se ha registrado la caída de alrededor de 30 grandes capos del narcotráfico. Jefes de los carteles de Medellín, Cali, el Norte del Valle, La Oficina de Envigado y el Clan del Golfo y, sin embargo, el negocio de la droga está más boyante que nunca. El año pasado, según Naciones Unidas, alcanzó su récord histórico de producción: 1010 toneladas de cocaína. ¿Por qué caen los capos y el negocio se mantiene?

Por Noticias Caracol

“Detrás de los capos hay una infraestructura de un mercado ilegal que queda en el territorio después de cualquier captura. El comprador no ha cambiado, el precio no ha cambiado y todos los incentivos que hacen rentable el mercado ilícito quedan en los territorios”, enfatiza Elizabeth Dickinson, analista de International Crisis Group.

Según estimaciones de la Policía, la duración del mandato de los capos ha disminuido. Si en los 90 Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela duraron más de 15 años al frente de sus carteles, en este siglo, los capos han caído más rápido.

El reinado de ‘don Berna’ duró 6 años; el de ‘ Chupeta’ , cinco; el de ‘Comba’, 2; y el de ‘Juan de Dios Úsuga’, hermano de ‘Otoniel’, apenas un año.

Sin embargo, Dairo Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’ , fue una excepción, se mantuvo al mando del Clan del Golfo durante 9 años.

Pero pese a las caídas de los considerados grandes capos, lo que los números indican es que, a rey muerto, rey puesto.

“En un país en donde el Estado no hace una presencia con todas las entidades gubernamentales a lo largo y ancho del territorio, en donde hay pocas opciones para la subsistencia de las personas por fuera de los cultivos ilícitos, evidentemente los grupos armados que sí tienen el capital y el control de las armas van a continuar presionando a que este negocio continúe y se perpetúe”, dice Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis.

La conclusión de los analistas es que, mientras la demanda internacional permanezca y en las regiones más marginadas del país no haya alternativas de desarrollo, los campesinos seguirán sembrando coca y los narcos seguirán exportando, sin importar cuántos capos más caigan en el camino.

 

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