Para la mayoría de las personas resulta muy satisfactorio poder gastar su dinero debido al esfuerzo que supone ganarlo. Trabajamos duro para ganar dinero y gastarlo en cosas básicas, como comprar comida o pagar el alquiler, además de para aspectos más lúdicos como salir a cenar o irse de vacaciones. Pero, aunque pueda parecer difícil de entender, a algunas personas les resulta muy difícil comprar en un supermercado o, simplemente, pagar las facturas del hogar. A veces, el miedo es tan irracional que se congelan y ni siquiera pueden cubrir sus necesidades básicas. El miedo irracional a poseer dinero conocido como crometofobia, es una de las fobias más raras que existen, sobre todo porque, para la mayoría de las personas, poseer riqueza no es un miedo sino más bien un deseo.
Con información de RCN y La Razón
Aunque se podría considerar una conducta normal por el temor a quedarse sin recursos, gastar de más en objetos innecesarios o llegar a grandes deudas, cuando este comportamiento interfiere con las actividades diarias de una persona o con su rutina, es momento de prestarle atención con lupa a la situación.
Se podría tratar de la crometofobia, una condición poco usual que se centra en el miedo extremo a gastar dinero de forma general. Este concepto tiene un uso informal, ya que no es un desorden mental que sea reconocido oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Clasificación Internacional de Enfermedades.
Expertos en estos temas de salud han asegurado que al tratar pacientes con problemas fuertes con el dinero, es posible que se desarrolle un miedo desproporcionado por gastarlo o usarlo en distintas cosas. La terapeuta financiera Khara Croswaite indicó a la BBC que hay temas emocionales ligados a lo económico y esto influye bastante.
“El miedo a gastar dinero es algo que perturba tu vida diaria”, dice la especialista, agregando que hay personas que llegan a no pagar sus cuentas, deudas o compromisos para no quedarse sin capital.
La variedad de síntomas de la crometofobia puede ser difícil de reconocer en su etapa más temprana. Sin embargo, debido a que los síntomas persisten durante varios meses y son lo suficientemente graves como para causar un deterioro significativo en las relaciones personales, familiares, sociales, educativas, laborales o en otras áreas importantes del funcionamiento, como no pagar las cuentas o no querer usar la tarjeta de crédito, en algún momento alguien de su entorno o, incluso, el propio enfermo, notarán que ocurre algo.