Las agendas de los consejos universitarios de las universidades públicas venezolanas son hoy un acto de voluntarismo y ceguera a la vez. A la buena voluntad de querer mantener viva la academia en contra de las circunstancias del actual desastre nacional nos encontramos con la dura realidad de que no hay financiamiento por parte del Estado y que las renuncias siguen en aumento y en la práctica nuestro funcionamiento es mínimo.
Agreguemos los salarios de hambre y las guerras civiles entre los distintos sectores universitarios que impiden acordar y contribuir a buscar soluciones en el actual muy difícil trance. Además, nuestra seguridad social quedó abolida así como fundamentales derechos contractuales. En fin, las universidades, al igual que todo el país fueron colonizadas y destruidas.
“Lo que estamos viendo son instituciones tomadas, pero no para ponerlas al servicio de la gente sino al servicio de un proyecto político. Convertirlas en apéndices de un proyecto político. Esa es la muerte por mengua de la universidad venezolana”. Esto es de Benjamín Scharifker, exrector de la Universidad Simón Bolívar (USB) y de la Universidad Metropolitana (Unimet).
Esta “muerte por mengua” de la universidad venezolana forma parte de la colonización mayor de la sociedad venezolana. Y cuando la Democracia perece se imponen formas autoritarias que derivan en el caos y el miedo. El mismo exrector Benjamín Scharifker apunta que la meta de la universidad es el conocimiento sólo que quienes la han intervenido no les interesa esto. Y agrega: “El modelo de Venezuela desde 1958 es que las universidades autónomas son financiadas por el Estado a través del presupuesto fiscal. Pero la pregunta es si el Estado tiene capacidad de financiar la universidad y que a la vez pueda ser autónoma. La otra pregunta es si la privada solo se podría financiar con la matrícula y que sea sostenible. La buena educación es necesariamente costosa”.
Definitivamente, hoy el modelo del año 1958 está liquidado. Y el nuevo modelo, aún no explicito, aunque obviamente en proceso de establecerse, anula la Autonomía y el derecho social de la juventud a formarse con un mínimo de condiciones de calidad. Lo que tenemos hoy son universidades públicas como cascarones vacíos y extraviados dentro del actual laberinto trágico nacional. Otra aseveración certera es cuando afirma: “Los universitarios no hemos hecho estas reflexiones y debemos hacerlo. Las universidades venezolanas son insostenibles porque están esperando que les llegue el ingreso fiscal en un país quebrado que no tiene aparato productivo ¿Cómo podemos hacer eso si somos una sociedad profundamente feudal en la cual el poder aún está en muy pocas manos?”.
El debate de la vigencia del proyecto universitario en Venezuela no termina de atenderse porque los universitarios somos rehenes de la necesidad y miedo; y en muchos casos también, de la complicidad. Y porque por mucho que debatamos carecemos de interlocutores democráticos quienes tratan de imponer una sociedad cerrada. Estima Axel Capriles que: “El miedo es una pasión que descalabra en lo más profundo el sentido de valía y autoestima del individuo. Y en éste aspecto, es un determinante fundamental de la sumisión”.
Nuestras comunidades universitarias han sido diezmadas en lo material y espiritual. En sintonía con el quiebre del país. Sigo apelando a la necesidad de una convergencia entre los universitarios para que desde el dialogo y acuerdos evitemos la convivencia con la mentira e intentemos ayudar a salvarnos. Si queremos volver a tener una universidad libre es lo mínimo que nos toca hacer.
Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
@LOMBARDIBOSCAN