“El ajo es bueno para la salud”.
Esta es una frase que se dice desde hace cientos de años y que seguramente has escuchado. Sin embargo, es mucho más reciente la comprensión por parte de la ciencia de cómo el ajo es bueno para la salud. Para ello, fue necesario descifrar su composición química.
Por BBC Mundo
El compuesto alicina, por ejemplo, inhibe la proliferación de células que propagan el cáncer de colon y también es responsable del aroma del ajo recién rallado. La luteolina, por otro lado, tiene propiedades que ayudan a prevenir el cáncer y las enfermedades cardíacas, según algunos estudios.
En cada alimento que comemos hay decenas de miles de otras estructuras bioquímicas de las que se necesita explorar sus características y potencial.
Estamos acostumbrados a escuchar sobre proteínas, azúcar, grasas, calorías, vitaminas, pero aproximadamente el 99% de lo que componen nuestros alimentos es prácticamente desconocido.
La inmensidad a explorar en el conjunto de factores nutricionales se ha comparado con la “materia oscura” del universo, la sustancia invisible y poco conocida que impregna el espacio y representa el 80% de toda la materia del cosmos.
El término apareció vinculado al contexto alimentario a finales de 2019, en un artículo publicado en la revista científica Nature, firmado por los científicos Albert-László Barabási, Giulia Menichetti y Joseph Loscalzo, de las universidades de Harvard y Northeastern, en Estados Unidos.
En ese momento, la encuesta citó 26.625 elementos alimenticios catalogados en la base de datos más grande de su tipo en el mundo, la canadiense FooDB.
Actualmente, ese número es de 70.926, y con cada descubrimiento la lista se expande. Pero el trabajo de los tres científicos ahora incluye otros bancos además de FooDB, y su registro ya supera los astronómicos 135.000 componentes nutricionales.
Solo una pequeña fracción (había 150 en 2019) de este total ya tiene establecida información como la concentración química y sus efectos.
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