“Terminar explotada sexualmente y después ejerciendo la prostitución, creo que es el resultado más lógico de la vida que llevé casi desde que nací, ya que fui violada por un tío, violada por un hermano, agredida por mi papá, con mi mamá presa en una cárcel y por tener que buscar cómo darle de comer a dos hermanos.
“La verdad es que era muy linda y tenía muy buen cuerpo, eso fue fatal en mi realidad porque siempre fui vista como objeto sexual y cuando tuve que trabajar decidí aprovechar ese cuerpo que ya habían usado sin pagar”.
Esas duras palabras son parte del testimonio de Rosibel, una josefina que prefirió reservar su nombre real para proteger a sus hijos “de una sociedad que desprecia a las prostitutas, pero alaba los hombres que pagan por sexo”, según nos contó.
Rosibel tiene 36 años, los cumplió el pasado 6 de noviembre. Ella nació y se crio en Alajuelita en Costa Rica, donde su familia siempre tuvo problemas de dinero y casi nunca tenían para hacer tres comidas al día.
Nació linda de cara y su cuerpo desarrolló muy temprano.
“Eso fue como una maldición”, comentó, porque no logró llegar sin ser abusada sexualmente ni a los diez años. Un tío y un hermano la violaron en varias ocasiones. Nadie dijo nada en la casa.
Los inicios
“Desde que estaba en sexto grado de la escuela me uní mucho a una vecinita que ya estaba en el colegio Roberto Brenes Mesén de Hatillo 2. Fue ella quien me dijo que había una señora que ayudaba con plata a muchachas que necesitaban y yo estaba pasando necesidades porque mi mamá cayó en la cárcel y me tocó criar a mis dos hermanos.
“Fuimos a donde la señora y ahí fue cuando caí por primera vez en las garras del abuso sexual. Esa señora nos vendía a gringos quienes pagaban platales por tener sexo con nosotras, porque éramos menores de edad”, recordó.
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