Sarah Ransome fue una de las mujeres abusadas por el magnate financiero Jeffrey Epstein durante la primera década del siglo XXI.
Por eltiempo.com
Ella logró escapar de la red de tráfico sexual a la que era sometida por el empresario y su esposa, Ghislaine Maxwell, quien recientemente empezó su proceso de judicialización ante los tribunales estadounidenses.
Ransome explica en su libro ‘Silence No More: Sourviving My Journey To Hell and Back’ cómo cayó en una de las redes de pedofilia más grandes del mundo. Ella menciona que fue reclutada por el empresario cuando tenía 22 años, en 2006, luego de haber emigrado de Escocia a Nueva York para crecer de manera profesional en el mundo de la moda.
Durante su estadía en la ‘capital del mundo’ conoció a una mujer de su misma edad, quien le habló de un empresario que ayudaba a algunas mujeres a perseguir sus sueños e impulsar su carrera profesional. Aquel ‘personaje’ tenía una serie de iniciativas filantrópicas desde las cuales -según se prometía- catapultaba al prestigio a las aspirantes.
Ransome aceptó la invitación y en poco tiempo ya estaba en Little St. James, la isla privada de Jeffrey Epstein que se convirtió en el centro de operaciones de su red de pedofilia internacional. Este territorio criminal era utilizado por sus amigos, por lo general personalidades de gran estirpe, para cometer sus atrocidades con impunidad.
Un viaje a las entrañas del infierno
“Era joven e ingenua. No conocía a nadie. No tenía ni idea del nido de víboras en el que me estaba metiendo (…) El avión privado salía al día siguiente y no tenía que llevar nada porque todo lo que necesitaba estaba en la isla. ¿Qué joven de 22 años habría dicho que no? Pensé que me había tocado la lotería”, mencionó Ransome en su texto.
Al llegar les quitaron sus pasaportes y celulares para mantenerlas incomunicadas.
No pasó mucho tiempo desde su arribo a la isla del terror cuando empezó un martirio que duraría casi 9 meses de su vida.
“Jeffrey quiere verte”, le mencionó una de sus amigas antes de llevarla con Epstein.
“Esa fue la noche en que me violó por primera vez. Me dijo que me quitara el vestido y que me tumbara en la mesa de masaje. Me dijo: ‘Esta noche te voy a enseñar a ser una mujer’. Yo gritaba para que se detuviera, pero no lo hizo”, mencionó Ransome.
Durante los tres primeros días fue abusada tanto por Epstein como por otros delincuentes. Horrorizada, intentó escapar. Ella se fue hasta el extremo más recóndito de la isla para lanzarse al mar e intentar nadar hasta una de las islas cercanas.
“Sabía que había tiburones en el agua, pero tenía que escapar (…) En ese punto en el que estaba, hasta un tiburón hubiese sido mi mejor amigo. Nunca pensé en nada más, solo quería salir de allí”, expresó Ransome al diario ‘Telegraph’.
Sin embargo, no duró mucho en el mar: la propiedad estaba llena de cámaras de vigilancia y al poco tiempo apareció Maxwell, quien la obligó a volver.
Ghislaine Maxwell: el ‘cerebro’ detrás de la isla del terror
Según relató, la esposa de Epstein era una de las cabezas de la operación de tráfico sexual, ya que era ella quien escogía a las menores y la que las llevaba a las residencias de su esposo para cometer las violaciones.
Ella obligaba a las mujeres a realizar dietas extremas para cumplir con los estándares de belleza que exigía su esposo: como si los vejámenes cotidianos no fueran poco, la infame esposa, la cómplice, la tiritera detrás del entramado criminal, hacía pasar hambre a las secuestradas con el fin de que estuvieran ‘en forma’.
“Me ponían platos de comida delante mío, y los tiraban. Entonces le decían al chef que solo me diera un par de rodajas de pepino y un tomate. Me tenía que sentar en la mesa, muerta de hambre y ver cómo el resto comía”, mencionó al medio citado.
Ransome duró 9 meses atrapada por Epstein y Maxwell, quienes la retuvieron todo ese tiempo con amenazas de muerte y la excusa de pagarle su carrera como modista en una prestigiosa academia.
Finalmente, decidió escapar cuando estaba en Nueva York durante un viaje. Se puso en contacto con su madre, quien le compró el tiquete aéreo que le daría el pase a su libertad.
En la actualidad tiene 37 años y reside en España.
Es una de las testigos no anónimas clave para el proceso de judicialización de Ghislaine Maxwell, que empezó apenas el pasado 29 de noviembre.
¿En qué quedó la audiencia contra Ghislane Maxwell?
Después de 3 años, la justicia estadounidense empezó el juicio contra Ghislane Maxwell, esposa de Jeffrey Epstein. Ella, presuntamente, sería una de las autoras intelectuales y materiales de la red de tráfico sexual que ha salpicado a personalidades políticas de diversos países del mundo, incluso en Colombia.
La primera parte del juicio se llevó a cabo el pasado 29 de noviembre, en los juzgados del Distrito de Nueva York. A la cita llegaron cuatro presuntas víctimas del entramado de Maxwell que fueron prostituidas según las peticiones de Epstein y sus amigos.
Tres de ellas se presentaron en condición de anónimas, excepto Sarah Ransome, quien ya estuvo en la óptica pública tras sus denuncias realizadas en 2017.
Ransome también participó en un documental de Netflix narrando sus vivencias en la isla de la pedofilia.
“Es una cuestión de principios. Viví con miedo de ella y Jeffrey durante tantos años. Si tengo que alquilar una tienda de campaña y dormir en los escalones del tribunal antes de que se emita el veredicto, eso es lo que haré”, dijo Ransome al ‘Daily Mail’.
Entretanto, Maxwell, de 59 años, es acusada por seis cargos vinculados al abuso sexual y al tráfico de menores. Llegado el caso de hallarse culpable podría enfrentar una condena de hasta 80 años de prisión. Lo que implicaría pasar tras las rejas por el resto de su vida.
Maxwell se ha declarado inocente de todos los cargos y se centrará en defender su postura durante los próximos juicios. Ella suele decir que es objeto de un chivo expiatorio que busca incriminarla.
Se pronostica que las audiencias se lleven a cabo hasta el próximo mes de enero.
¿Qué sucedió con Jeffrey Epstein?
La pareja de multimillonarios usualmente se aprovechaba de menores de edad con una condición socioeconómica desfavorable. Llegaban con la excusa de ayudarles con sus estudios universitarios, escolares o en sus proyecciones profesionales.
Ellos citaban a las jóvenes en algunas de las propiedades de Epstein para hablar sobre su futuro, pero todo era un complot, presumiblemente organizado por Maxwell, para llevar a cabo las atrocidades y los delitos.
Otras jóvenes estaban involucradas mediante ofertas de trabajo que ofrecían sumas de dinero elevadas por realizar ‘masajes’ a los empleadores, en este caso los acosadores sexuales.
El FBI inició una investigación pertinente luego de recibir una llamada de una mujer, quien manifestó que su hijastra había ingresado a la mansión de Epstein a realizar uno de esos supuestos masajes. Ella dijo que la menor recibió 300 dólares luego de haberse desnudado y manoseado al empresario.
En 2008, el magnate fue judicializado y condenado a cumplir algunos meses en prisión a raíz de procesos fraudulentos. Su encarcelamiento tuvo algunos privilegios que aún son materia de indagación por las autoridades: se presume que hubo sobornos de por medio para que Epstein tuviera acceso a beneficios como salidas hasta por 12 horas, casa por cárcel y libertad condicional.
No fue hasta 2019, y tras una escalada de denuncias de víctimas del empresario, que el gobierno de Estados Unidos profirió una condena intramural en una prisión de máxima seguridad mientras un juez dictaminó su sentencia final.
Sin embargo, poco después fue hallado muerto en su celda.
Mucho se ha especulado tras la muerte del magnate, pues algunos dicen que fue asesinado para que no hablase de aquellas personalidades del espectro político que estuvieron invlucrados en la red de pedofilia.