El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) ha sido históricamente una condición poco entendida por la sociedad y por los propios científicos. Ha cambiado de nombre y de descripción muchas veces desde la primera mención que existe a algo parecido, tan atrás como 1798; y es que su impacto en el día a día de quienes lo viven es complejo y variado.
Por 20minutos.es
“Imagínate que tu cabeza va a cien por hora siempre”, explica Alejandro, un estudiante de astrofísica de 20 años. “No puedes parar de pensar en muchas cosas a la vez, aunque quieras”.
“Al final normalizas el vivir con ansiedad”
“Esto provoca mucha ansiedad”, prosigue. “Como tu cabeza va tan rápido, se te pasan detalles, de ahí el estereotipo de estar despistado”. Sin embargo, añade, el TDAH también tiene otro síntoma que puede parecer contradictorio con el nombre del diagnóstico: “Cuando haces actividades con las que produces mucha dopamina esto se reduce. Pero como es difícil producirla, muchas veces cuando encuentras una actividad que te da ese estímulo, te obsesionas hasta que te cansas. Esas obsesiones pueden ser muy fuertes y durar semanas, yo he llegado hasta a no dormir varios días porque estaba inmerso en un proyecto”.
Sea como sea, cuenta, “Al final normalizas el vivir con ansiedad”. Su historia lo ejemplifica: “Yo no me di cuenta que tenía un problema hasta hace 2 años, porque claro, es la forma en la que tu cerebro funciona y lo internalizas. Pero cuando superas un umbral estallas, y fue lo que me pasó a mí”.
Para leer más, ingresa aquí