Australia, un país que se caracterizó por sus duros confinamientos para evitar la propagación de la covid-19 en su territorio, se mantiene firme en sus planes de reapertura económica a pesar de que se han duplicado en un mes los contagios por la irrupción de la variante ómicron en su territorio.
El gobierno del liberal Scott Morrison, que destinó 311.000 millones de dólares australianos (unos 225.540 millones de dólares /198.760 millones de euros) en ayudas por la pandemia, apuesta firmemente por la recuperación económica tras los largos meses de confinamiento de Sídney y Melbourne, sus ciudades más pobladas.
“Hemos cambiado de marcha… Estamos gestionando de una manera diferente para poder vivir con el virus. La gente puede seguir trabajando, los niños pueden volver a la escuela cuando ésta empiece de nuevo. La gente puede mantener sus negocios abiertos y ganarse la vida”, dijo este lunes Morrison a la cadena de televisión Nine Network.
LA ÓMICRON DOBLEGA A LA OTRORA “FORTALEZA AUSTRALIA”
Las declaraciones del primer ministro de Australia, país que comenzó el pasado 1 de noviembre la reapertura progresiva de sus fronteras internacionales tras casi dos años cerradas, se dan en momentos en que los contagios de covid-19 han pasado, de 211.637 contagios, según datos oficiales reportados el 1 de diciembre, a casi medio millón.
Solamente este lunes, Australia registró más de 37.200 casos de covid-19, de los cuales casi 20.800 se produjeron en región de Nueva Gales del Sur, la más poblada y más golpeada por la variante ómicron.
En el vecino estado de Victoria – cuya capital, Melbourne, fue la ciudad del mundo que pasó el mayor tiempo acumulado bajo una orden de confinamiento estricto- se notificó un récord diario de 8.577 contagios.
Según el portal covidlive.com.au, actualmente hay 2.156 personas hospitalizadas en Australia, más de la mitad en Nueva Gales del Sur, mientras que 172 pacientes están en cuidados intensivos y 51 con respiradores mecánicos.
Otros estados como Queensland, que habían evitado hasta hace poco la propagación masiva del virus, también han reportado cifras diarias récord este lunes, jornada en la que se notificó la muerte de siete personas, lo que eleva a 2.266 los fallecimientos en Australia desde el inicio de la pandemia.
ESCASEZ DE PRUEBAS
Pese a los disparos de covid-19 en Australia, el gobierno de Morrison no teme al nuevo panorama en el país oceánico, que tiene a más del 90 % de su población objetivo vacunada y ha activado la administración de la dosis de refuerzo lo más pronto posible.
“Hemos cambiado de marcha con la ómicron y los requisitos para las pruebas, el aislamiento y todas esas cosas han cambiado porque la ómicron, como sabemos ahora, es un 75 % menos virulenta y menos severa que la variante delta. Si uno ha sido hospitalizado ahora es que no ha sido vacunado o porque contrajo la delta y no la omicron”, remarcó Morrison.
La nueva estrategia del Gobierno australiano incluye una relajación de la definición del contacto estrecho y el privilegio del uso de las pruebas caseras de antígenos frente a los de la PCR, que no serán subsidiados, lo que ha creado una fuerte demanda de estos productos farmacéuticos.
Tras días de escasez de pruebas caseras de antígenos, cuyo precio ha aumentado en al menos un 50 % y que se venden en el mercado negro, así como de largas colas en las clínicas para someterse a los exámenes de PCR, se teme que muchos casos queden sin reportarse, así como una explosión de contagios.
“Hace dos semanas, los casos registrados eran 10 veces menores que ahora. ¿Qué seguridad tenemos de que las UCI no se verán desbordadas a finales de este mes? ¿Estamos planeando esa contingencia?”, comentaron los expertos en economía Steven Hamilton y Richard Holden en su artículo de opinión publicado en el diario Sydney Morning Herald.
“Morrison dice que no quiere mirar por el espejo retrovisor, y podemos ver por qué. Pero también se niega a mirar por el parabrisas. Así que no es de extrañar que nos hayamos salido de la carretera”, agregaron los académicos.
EFE