“No hay crimen perfecto”: el fiscal Francisco Barbosa revela cómo cayó Jhonier Leal

“No hay crimen perfecto”: el fiscal Francisco Barbosa revela cómo cayó Jhonier Leal

– Foto: Fiscalía General de la Nación

 

Nunca pensamos que el lunes 22 de noviembre de 2021 hubiera engendrado uno de los casos que mayor impacto le produciría al país en los últimos años. Ese día, en medio de nuestro trabajo territorial, nos dirigíamos con la vicefiscal, Martha Mancera, y el equipo directivo a Pasto, Nariño, para instalar y desarrollar las rutas de esclarecimiento contra crímenes sexuales y de violencia intrafamiliar en esa ciudad y algunos municipios de ese departamento. Mientras tanto en La Calera, cerca de Bogotá, Jhonier Leal acababa de consumar un crimen atroz contra su hermano, el estilista Mauricio Leal, y su madre, Marleny Hernández.

Por semana.com

Este, como cualquier crimen, fue tratado por nuestro CTI a través de unos actos urgentes que en esta ocasión le correspondieron a la fiscal 342 de ese municipio que se encuentra adscrita a la dirección seccional de Bogotá. Se nos informó del hecho en el sur del país e insistimos en que se protegiera la escena, una de las grandes obsesiones de la vicefiscal, quien tiene una avezada experiencia de análisis de escenas criminales.

Al día siguiente regresamos a la ciudad de Bogotá y el director seccional, José Manuel Martínez, y el director del CTI, Alberto Acevedo, nos presentaron un informe preliminar de esa investigación para dimensionarlo bajo una visión integral de la metodología investigativa que la Fiscalía General ha desplegado de manera diferenciada en diversos crímenes durante estos dos años. Al frente del seguimiento de este caso estuvo la delegada de seguridad ciudadana, Luisa Obando.

Se designó un equipo de criminalística del CTI y de ciencias forenses del Instituto Nacional de Medicina Legal para trabajar la escena primaria donde se encontraron los dos cuerpos. Este equipo realizó la inspección técnica de cadáver integrándose al trabajo un grupo de patólogos forenses, equipo de lofoscopia, fotografía, perfilador de escena, grafología, informática y acústica forense, genética, biología, toxicología, además de investigadores expertos en esclarecimiento de homicidios, contadores y perfiladores financieros de la Dirección de Extinción del Derecho de Dominio.

En los primeros días de diciembre, y en medio de una gran especulación en los medios de comunicación que le realizaban entrevistas a Jhonier Leal, hermano de Mauricio Leal, quien creaba una fabulación para desviar la investigación, pudimos paulatinamente descartar la hipótesis del homicidio-suicidio. Jhonier mostraba sus cuartadas y sus contradicciones. Nosotros analizamos las evidencias y acechábamos judicialmente nuestro objetivo.

Pocos días después, con los resultados de la escena criminal y del trabajo forense, así como a la multiplicidad de entrevistas de personas que conocían a la familia Leal, procedí, a inicios del mes de diciembre, a anunciarle al país que nos encontrábamos frente a una segunda hipótesis de un doble homicidio por las evidencias recaudadas, el análisis técnico y la violencia afectiva o sentimental en la que se encontró la escena, lejos de violencias instrumentales propias de otro tipo de acciones como vendettas o actos sicariales. El caso adquiría un matiz distinto.

Esta hipótesis nos llevó a esperar los análisis de las necropsias forenses para determinar “la ventana de muerte”, que consiste en conocer en qué lapso fueron asesinados tanto Mauricio como su madre, tomando en consideración el último momento en el cual habían sido vistos o escuchados vivos y la fecha próxima de muerte conforme a la conclusión de la necropsia. También se pudo reconstruir con elementos materiales probatorios lo ocurrido dos días antes de los homicidios de esas personas y seguir la pista del señor Jhonier Leal, quien convivía con su madre y su hermano en la misma casa desde hacía cuatro meses.

Con la ventana de muerte que se dio entre las “23:37 p. m. del 21 de noviembre hasta las 5:53 a. m. del 22 de noviembre” se recibieron varios análisis técnicos. El primero, relativo a quienes se encontraban en la escena del crimen esa noche. La respuesta: Mauricio Leal, su madre Marleny y su hermano Jhonier se encontraban en su vivienda a las 23:37 p. m. del 21 de noviembre.

Luego se encontró evidencia biológica que correspondía a sangre en lugares diferentes de la casa en donde se hallaron los cadáveres, esto es, en la escalera, en una toalla en la habitación de Jhonier y en el sifón del baño en esa habitación. En los dos primeros lugares se determinó la existencia de sangre de Marleny Hernández y en la toalla se encontró que la sangre de la madre se acompañaba de la de una persona que compartía vínculo de consanguinidad, sin que correspondiera a Mauricio Leal. Recordemos que la única persona distinta a Mauricio y Marleny que se encontraba en la casa de la Calera no era otro que Jhonier Leal.

Un tercer aspecto esencial fue el tráfico de datos en los celulares de las víctimas y del victimario. Más allá de la ventana final de muerte de Mauricio Leal y su madre, sus celulares habían sido manipulados y se encontró en el teléfono de Mauricio una grabación que, según análisis de acústica forense, no correspondía a la voz de Mauricio Leal. Además, en el momento de grabación de ese mensaje ya se encontraba muerto. Una nota de suicidio redactada en el celular de Mauricio cuando ya no existía fue categórica para demostrar la manipulación.

El celular de Jhonier, por su lado, mostró actividad de uso de datos toda la noche, contradiciendo sus dichos en cuanto señaló que había dormido profundamente. El de su madre mostró actividad cuando ella no existía. Otro yerro en su recorrido criminal.

Con estas evidencias, más las derivadas de los análisis de los cadáveres encontrados en la habitación de Mauricio, la nota que escribió Mauricio obligado por Jhonier y que se encontraba al lado de su cadáver, así como la ubicación de un trapeador con producto de limpieza en la terraza de la habitación de Jhonier, logramos tener mayores grados de inferencia de autoría. Todo era cuestión de tiempo.

En paralelo a todo este entramado criminal, con la vicefiscal hicimos reuniones con la delegada de finanzas criminales, Luz Ángela Bahamón, quien abrió una línea de investigación de presunto lavado de activos contra el patrimonio de Mauricio Leal Hernández al informarnos que existían movimientos sospechosos de dinero en las cuentas de las víctimas. Con las iniciativas investigativas listas, tomamos la determinación, 58 días después de los luctuosos hechos, de solicitar la orden de captura contra Jhonier Leal y ocupar los bienes del señor Mauricio Leal. La regla criminal es clara, los criminales delinquen con propósitos. En este caso, eran valoraciones económicas. Lo curioso es que Jhonier perpetró un doble homicidio para quedarse con unos bienes y al final del día el ente acusador inscribió las medidas cautelares con fines de extinción de dominio y sacó esos bienes de su órbita de uso y utilización.

Al capturar a Jhonier, el país comenzó a especular. Era o no el responsable de ese acto atroz y repugnante. Los medios contrastaban las entrevistas que le realizaban al asesino frente a la acción de la Fiscalía General. Nos reunimos en el búnker con el equipo de fiscales liderado por el fiscal Mario Burgos, quien debía llevar la batuta en la audiencia y traducir nuestro esfuerzo investigativo ante la juez de control de garantías y ante millones de personas que seguían la que seguramente es la audiencia judicial más vista en los últimos tiempos.

Se estableció con la perfiladora que, en la formulación de imputación, el fiscal Burgos debía tutear a Jhonier para que sintiera confianza en la audiencia. Era una de las tantas tácticas judiciales que se utilizan en las audiencias con delincuentes de esa laya. La solicitud de medida de aseguramiento se hizo de forma distinta porque debía dirigirse a la jueza de control de garantías.

Con el país en vilo y expectante, Jhonier Leal se mostró reticente y no aceptó cargos, al día siguiente se doblegó y fue cercado por la abundante evidencia que presentó la Fiscalía, que justificó la imputación seria y ponderada que realizó. Al día siguiente y luego de una reunión solicitada por el imputado y defensor con el fiscal Burgos, Jhonier Leal tomó la decisión libre y voluntaria de pedirles perdón al país, a su familia y a las víctimas por el aleve y macabro asesinato contra su madre y su hermano y se acordó con el ente acusador firmar un preacuerdo en el cual acepta su responsabilidad, ahorrándole a la justicia mucho tiempo, como bien lo recordó la ponderada jueza 14 de control de garantías.

Al final del día brilló la justicia y millones de colombianos vieron el despliegue y el trabajo de una entidad y de unos funcionarios comprometidos, que le han respondido al país en los dos últimos años en las calles y en los territorios con resultados.

Una investigación sin testigos, con prueba técnica forense, con articulación de todas las disciplinas, con metodologías propias, con tecnología de punta y con un análisis de escena protegida y profesionalmente manejada desde el acto urgente inicial, nos lleva a concluir que sí es posible investigar con eficacia. Al final de todo esto, los muertos hablan a través de la técnica forense y los crímenes, a pesar de todo, no son perfectos.

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