En mayo de 2012, The Avengers: Los Vengadores llegaron a las salas de todo el mundo. Se trataba de un proyecto sin precedentes en el cine, con un grupo de personajes que luego de protagonizar sus películas solistas, se reunían para hacer causa común contra un poderoso villano. Y ese recurso, que en las historietas estaba tan visto, en la pantalla grande se convirtió en un negocio de miles de millones, que redefinió la lógica de los tanques hollywoodenses. Pero el camino hacia su realización, estuvo atravesado por varios conflictos, cruces y saltos al vacío.
Por La Nación
Dándole forma a un universo
El plan fue ambicioso desde un primer momento. La productora Marvel Studios (en ese momento bajo el ala de Paramount) anunció en 2006 un calendario de estrenos que parecía, en el mejor de los casos, notablemente optimista. La grilla de films de ese estudio (que hasta ese momento, no había realizado ninguna película) consistía en los siguientes títulos, pautados entre 2007 y 2011: Iron Man, Capitán América, Ant-Man, Nick Fury, Thor, y El increíble Hulk. La frutilla del postre, era The Avengers: Los Vengadores, el proyecto que debía reunir a todos esos personajes, en una aventura a gran escala. El lanzamiento de la primera parte del héroe de armadura le permitió a Kevin Feige (uno de los máximos responsables de ese estudio) confiar en que el público estaba ávido de ver largometrajes basados en cómics. Pero sobre la marcha hubo varios cambios, el film de Nick Fury y el de Ant-Man debieron ser postergados, mientras que el éxito de Iron Man obligó a apurar una secuela. Aunque entre tantos cambios, The Avengers seguía firmes entre los planes.
La película entró en producción con Jon Favreau, director de las dos Iron Man, como posible responsable. Pero él pronto prefirió ocupar el lugar de productor, aunque eso no significaría desentenderse de esa aventura, como reconoció en una nota: “Para mí fue difícil apartarme, porque estuve muy involucrado en la construcción del universo de Iron Man, alguien que en gran medida era un héroe de base tecnológica. Pero con la llegada de Los Vengadores, iban a aparecer aspectos sobrenaturales de la mano de Thor. Y si bien esas realidades se combinaban muy bien en las historietas, ese mismo ejercicio trasladado al cine iba a demandar mucho trabajo, en el que debíamos procurar no detonar lo construido hasta el momento”.
Planear un film con esos personajes suponía un verdadero riesgo, teniendo en cuenta que el público solamente estaba familiarizado con Tony Stark (Robert Downey Jr.), y en una charla de la época, Feige explicó: “Cuando empezamos a trabajar en Los Vengadores, Thor (Chris Hemsworth) y el Capitán América (Chris Evans) todavía no habían llegado al cine. ¿Qué hubiera sucedido si todos odiaban a Thor? ¿O si a la gente le hubiera parecido ridículo eso de tener a un súper soldado congelado en el hielo durante tanto tiempo? La verdad es que estábamos empezando un proyecto gigantesco, sin pensar si quiera en detenernos. Era el todo por el todo”. La apuesta era elevadísima, los millones invertidos podían derrumbar para siempre el sueño de Marvel en el cine, y nadie sabía si el público iba a conectar con una película que funcionaba a modo de secuela, de cuatro personajes que ya contaban con sus aventuras individuales.
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