El episodio del 4F, que merece un análisis profundo de sus causas, no habría pasado de allí si Chávez no hubiera salido del bajísimo porcentaje en que se encontraba en las encuestas durante los cuatro primeros años desde que recuperó su libertad –no mayor al 4%, certificado por Datanálisis- y lograra la victoria en las elecciones de 1998. Y más aún si no le hubieran dado, con su Constituyente, la posibilidad de destruir la institucionalidad democrática venezolana.
Es cierto que ha sido por un lado la retórica chavista la que ha intentado convertir al 4F en una fecha de conmemoración, cuando, aparte lo lamentable de las víctimas, el alzamiento militar fracasó y no logró su objetivo. Pero también una campaña de manipulación mediática ha pretendido implantar una sesgada narrativa histórica haciendo creer que nuestra desdicha viene de allí y no de la elección presidencial de 1998.
¿Cómo logró Chávez ascender al poder? Ese es el análisis que debemos hacer para entender los errores que nos llevaron al drama que hoy vivimos. Intentemos hacerlo:
1- La Reforma Constitucional: reclamo del país en ese entonces, especialmente por lo que correspondía a la administración de justicia y a los deseos de mayor participación ciudadana, que estuvo prácticamente aprobada en 1993 por el temor que infundió en la clase política la misma situación militar, fue llevada a su discusión nuevamente desde cero en 1994 y luego engavetada durante todo el quinquenio. Nunca se aprobó ni se sometió al referéndum aprobatorio del pueblo. Esa actitud de la clase política, dio campo abierto a que la principal propuesta de la campaña electoral de Chávez fuera la Constituyente para “refundar la República”.
2- Grupos económicos poderosos del país, que en principio vieron a Irene Sáez como la segura vencedora de esa elección, quien por un largo período encabezó ampliamente las encuestas y aglutinó el sentimiento anti-partido del momento, decidieron a comienzos de 1998 apoyar a Hugo Chávez, pensando que podrían manipularlo para proteger sus propios negocios e intereses. Fueron cuantiosos los recursos económicos que recibió para su campaña electoral, lo que le permitió captar el voto de 3.673.685 venezolanos
3- La dirigencia de los principales partidos del sistema democrático -que en el caso de AD había atacado, previa y muy duramente, a Henrique Salas Romer- decidieron apoyarlo a última hora, pero sus simpatizantes no creyeron en la sinceridad de ese apoyo. Basta con comparar los votos obtenidos por AD y COPEI juntos en las elecciones parlamentarias del 8 de noviembre de 1998 (aproximadamente 1.800.000 votos) y compararlos con los obtenidos con sus tarjetas, menos de un mes después, en las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998 en apoyo a Henrique Salas Romer (aproximadamente 700.000 votos) para notar que la diferencia de 1.100.000 votos pudo haber significado la ventaja de 1.060.000 votos que tuvo Chávez sobre Salas Romer.
4- La crisis asiática, sorprendió a todos y provocó un descenso del precio del petróleo a 9 dólares por barril, obligando al gobierno a recortar programas, además de no poder conceder nuevos aumentos de sueldos. Sin duda, esta crisis impactó el año 1998 y deprimió el ambiente optimista que se venía generando desde 1997 con los logros de la Agenda Venezuela.
5– Pero, el mayor error vino con la violación del orden constitucional establecido desde 1961 con la Constituyente de 1999. Si Hugo Chávez hubiera tenido que gobernar con el Congreso elegido el 8 de noviembre de 1998, en el que estaba en minoría, habría tenido los contrapesos lógicos de toda democracia. Habría tenido que dialogar, negociar, y no habría podido: a) suprimir el Senado y con ello el control sobre los ascensos militares y b) suprimir la norma de la no reelección inmediata, que lo habría obligado a salir de la Presidencia a los cinco años de su mandato.
El mito del 4F es la principal mentira que soporta una supuesta revolución que nunca ocurrió y que habría quedado en el olvido si Hugo Chávez no hubiera logrado la victoria electoral el 6D. Habría quedado como el Carupanazo, el Barcelonazo, y cualquier otro alzamiento frustrado contra el orden constitucional. Lo cierto es que esa victoria fue a costa de engañar a un pueblo ilusionado con cambios dentro del sistema democrático, manipulando sus deseos e implantando un proyecto hegemónico para perpetuarse en el poder.