El transitar de la década del 90 no sólo marcó el final de la Unión Soviética, y por ende la disolución de varios estados independientes, sino que también tuvo una serie de crímenes aberrantes cometidos por Anatoli Onoprienko, más conocido como “La bestia de Ucrania”, quien es el autor de al menos 52 muertes en aquella región durante 1989 y 1996.
Por: Crónica
Como suele ocurrir en la mayoría de los casos, la infancia de Anatoli (nacido en julio de 1959) fue mala, ya que a sus cuatro años perdió a su madre, su familia estaba regida por el alcohol y luego su padre y hermano, decidieron dejarlo en un orfanato donde el ambiente era muy hostil.
Tras permanecer años en el orfanato, salió del mismo y se enlistó en la Marina soviética con la cual viajó por diversos países del mundo, y cuenta un hecho que al visitar Brasil quedó conmovido por la imagen del Cristo Corcovado, de hecho, cada uno de sus crímenes más tarde estarían marcados por una cruz como homenaje a esa figura.
Luego de su baja en la Armada, se empleó como bombero en la ciudad de Dnepro Urudnoye y más tarde como obrero, aunque también realizaba pequeños hurtos.
Anatoli Onoprienko: inicio de la muerte
Sin embargo, a partir de 1989 comenzó su carrera asesina por la nación, ya que junto su cómplice Serhiy Rogozin robaron y mataron a 9 personas (entre ellos un matrimonio y su pequeño hijo en la región de Zaporijia). Tras la serie de asesinatos, la policía soviética se lanzó sobre ellos, por lo que Onoprienko huyó del país y deambuló por Austria, Grecia, Francia y Alemania, donde fue arrestado por robo, estuve seis meses detenido y fue deportado.
Al volver a Ucrania en 1995, continuó su carrera criminal y sembró el horror en la zona de Zhytomyr donde en la nochebuena de ese año, mató a una matrimonio y sus dos hijos, además de incendiar la vivienda para no dejar huellas del hecho.
Casi una semana más tarde, el mismo modus operandi lo sufrió otra familia con cuatro integrantes, y por espacio de ocho meses, el criminal se manejó de la misma forma en la regiones de Leópolis, Odesa y Dniepropetrovsk, sitios donde aniquiló a 8 clanes completos.
La forma de matar era la siguiente: buscaba casas aisladas, reunía a toda la familia, mataba a los hombres con armas de fuego y a las mujeres y niños con cuchillo, hacha o martillo, para luego incendiar las viviendas. Y finalmente, en algunos episodios ha llegado a cortar los dedos de algunas víctimas para robarles sus alianzas y en otros se quedaba con la ropa interior de las mujeres muertas como “trofeo de guerra”.
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