Cuando en 2014, después de formalizar la anexión de Crimea a Rusia, Vladimir Putin dijo “Crimea ha vuelto a casa”, avivó las llamas de los movimientos prorrusos existentes en Ucrania para retomar su lucha por el regreso al pasado.
Por Infobae
Desde ese entonces comenzó a allanarse el camino que condujo la posible invasión rusa a Ucrania, que hoy es considerada como inminente.
En 1991, Ucrania se convirtió en una de las 15 repúblicas independientes que derivaron de la disolución de la Unión Soviética. Desde ese mismo momento la nación se acercó a la Unión Europea (UE) en un intento por refrescar su imagen y su democracia.
Los esfuerzos parecían dar resultado cuando en 2008 la UE invitó al país a sumarse a la OTAN. Pero las novedades no fueron bien recibidas por el presidente ruso, Vladimir Putin, quien en 2013 presionó su homólogo ucraniano, Víktor Yanukóvich, para desistir del acuerdo.
La decisión derivó en protestas que fueron violentamente reprimidas, en las que más de 100 personas murieron.
La inestabilidad del país fue aprovechada por Putin para la invasión de Crimea, y fomentar desde entonces las tensiones y enfrentamientos dentro de Ucrania.
El régimen ruso organizó en la península un referéndum, considerado ilegal por la comunidad internacional, para anexionársela. Crimea es un lugar estratégico porque ofrece una importante salida al Mar Negro que quería ser controlada por Putin.
La invasión de rusa desencadenó condenas internacionales, sanciones económicas y peticiones constantes para que devuelva la península a Ucrania. Pero, Putin ha dicho que nunca lo hará.
Desde entonces, el Kremlin ha respaldo política y militarmente a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania en la guerra que libran contra el ejército del país.
Según señala el diario El País de España, informes independientes internacionales han trazado el envío de armas rusas a las regiones de Donetsk y Lugansk. En la del Donbás, la última guerra de Europa, han muerto unas 14.000 personas, según estimaciones de la ONU.
La tensión ha sido constante en la zona de Europa del este desde entonces. Pero los nuevos movimientos rusos ha generado un un crispamiento aun mayor ante los que occidente considera como una posibilidad inminente de invasión rusa a Ucrania.
La concentración de decenas de miles de soldados rusos en torno a las fronteras con Ucrania y el envío constante de maniobras militares de Rusia, son las señales que Estados Unidos y sus aliados han considerado como alarmantes y muy serias en cuanto a las intenciones del Kremlin.
Pero la crisis en la frontera entre Rusia y Ucrania tiene repercusiones adicionales. La UE y EEUU ya tienen listo un paquete de medidas que podrían aplicar si la amenaza de se llega a materializar.
Un aspecto que no es posible dejar de lado es que la mayor parte del suministro de gas utilizado en Europa proviene de Rusia, a través de un gasoducto que atraviesa Ucrania.
En medio de las tensiones y riesgos que esto significa, EEUU analiza otras opciones viables, como la de Qatar, para que realicen el suministro.
LA DEFENSA DE KIEV
El pedido del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, de acelerar el ingreso del país a la OTAN no fue bien recibido en Moscú, desde donde respondieron con el despliegue de tropas y prácticas militares en la frontera entre los dos países.
Ante el incremento de las tensiones la comunidad internacional se alistó para implementar una respuesta conjunta y severa en caso de que las tropas rusas crucen la línea.
Desde finales del año pasado se han sostenido conversaciones de alto nivel entre funcionarios del régimen ruso de los Gobierno occidentales apoyados por Estados Unidos, Francia e Inglaterra.
Incluso los presidente Joe Biden y Vladimir Putin han sostenido llamadas telefónicas en un intento por lograr que la diplomacia se imponga en este conflicto. Incluso este mismo fin de semana ambos mandatarios conversaron nuevamente durante una hora sobre el tema, sin que se haya producido alguna respuesta definitiva que indique el inicio del fin del conflicto.