Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Kent en Ohio (EE.UU.) determinaron la razón principal por la que la gente evita la comida rápida. A pesar de la opinión generalizada, los estadounidenses están reduciendo su consumo de ‘fast food’ no porque sea poco saludable, sino por el sentimiento de culpa que les invade tras ingerirla.
El estudio está basado en la encuesta a más de 300 personas, a través de la cual los científicos trataron de identificar los factores clave que diferencian a los consumidores habituales de comida rápida y no habituales.
“Una laguna en la investigación es que las razones para no consumir comida rápida [son] relativamente desconocidas”, señala el estudio. Aunque la baja calidad nutricional es una característica propia de la comida rápida, es solo uno de los factores que hacen que la gente rechace este tipo de alimentos, explican los científicos.
En el cuestionario, los voluntarios debían indicar la importancia que otorgaban a una serie de aspectos relacionados con la comida rápida, desde valores funcionales, como la comodidad, el sabor y la familiaridad, hasta valores emocionales, como por ejemplo el placer.
Además, el sondeo incluía un amplio abanico de preguntas sobre distintos temas, desde los riesgos de intoxicación alimentaria hasta el bienestar de los animales y el impacto medioambiental de la producción de la comida rápida.
Basándose en los resultados del estudio, el equipo destacó dos factores clave que explican la diferencia entre las personas que consumen comida rápida regularmente y las que lo hacen en pocas ocasiones.
Primero, los científicos destacaron la tendencia a consumir comida rápida en “situaciones imprevistas”, fuera del control de los encuestados. Se trata de los momentos cuando no tienen suficiente tiempo para comer sano o están de viaje, así como cuando se les agotan los alimentos en casa o cuando se sienten estresados.
Por otro lado, la razón principal del rechazo a la comida rápida en su día a día resultó ser el sentimiento de culpa.
“Los consumidores no habituales pueden caracterizarse por la tendencia a sentirse culpables por el consumo de comida rápida y a sentirse satisfechos cuando no la ingieren”, explican los investigadores.
Estos resultados sugieren que ser consciente de la baja calidad nutricional no es suficiente para cambiar los hábitos de consumo de comida rápida.
El equipo considera que los programas dedicados a la lucha contra la obesidad podrían tener más éxito si en sus mensajes se centraran en la “apelación a la culpa”, tratando de alejar a los consumidores de la comida rápida con técnicas persuasivas y enfatizando los remordimientos que sentirán si la comen.
Los autores del estudio esperan que sus hallazgos contribuyan a la creación de nuevas campañas publicitarias capaces de influir en los hábitos alimentarios de los consumidores de ‘fast food’, tanto habituales como no habituales.