Mientras en Madrid la dirección nacional del partido libraba una guerra civil contra Isabel Díaz Ayuso, las mil llamadas cruzadas entre los ‘barones’ y otras figuras de peso del PP urdían una estrategia para coser las heridas internas más aparatosas que jamás sufrieron sus siglas. Los líderes regionales ‘populares’ son conscientes de que la rapidez es el ingrediente más sólido para no desangrarse.
ÁNGEL ORTÍZ // 20 MINUTOS
Que nada se seca más rápido que la sangre lo sostenía De Gaulle. Pero que Génova amaneciera tan solo con una silueta marcada en tiza, la de una vieja gloria de Nuevas Generaciones venida a menos, Ángel Carromero, no es suficiente. Tan solo un aperitivo, una gilda para las responsabilidades que los mandatarios ‘populares’ aspiran a depurar para frenar la fractura.
Aparecen entonces dos nombres: uno que mantener en nómina y otro ya colocado en entredicho: Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea. Los dos protagonistas de la refriega del jueves.
Pese a que achacara su retorcida percepción pública a una campaña orquestada por Ayuso y su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, el paso atrás del secretario general es una de las condiciones planteada por algunos ‘barones’. Además, la expulsión de Ayuso sería difícilmente asumible electoralmente.
Pablo Casado, ya apoyado por una plana mayor con nuevas caras, lideraría una dirección de transición hasta el congreso ordinario de julio. Si la situación tornara insostenible, habría que adelantar la convención con carácter extraordinario como ya ha apuntado públicamente el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo.
Que Ayuso no sea santo de devoción de algunos de los cabezas regionales no impide que sean conscientes de su tirón electoral, del cariño del votante madrileño y de lo que supondría su posible marcha, que podría engordar a Vox y provocar el arrebato del votante. Los votos son un argumento de peso, sin duda, pero también por la posibilidad de que pueda constituir una nueva competencia y atomizar aún más la derecha. No queremos que sea un Macron español, se comenta en los mentideros del partido, en referencia al presidente francés, ministro en un gobierno socialista antes de crear la plataforma con la que llego al Elíseo en 2017.
Feijóo: “El partido está atónito”
Feijóo, la voz más autorizada fuera de Génova, aspira a apaciguar la guerra interna antes del congreso. “Solos, sin intermediarios, para dar una solución a un problema que se ha creado en esos dos círculos y que el resto del partido está atónito viendo la profunda discrepancia entre ellos”, repartió la culpa de manera salomónica en una entrevista en EsRadio este viernes. El día anterior declaró lo “inverosímil” que le parece la posibilidad de haber contratado a un espía para comprobar una información que “está publicada en el portal de transparencia de la Comunidad de Madrid”, un espaldarazo a la presidenta madrileña.
“Nos hemos equivocado de forma contundente y pertinaz”, reconoció con reproche a la dirección nacional. “Un escarnio público retransmitido por todas las televisiones públicas no puede aceptarse”, ahondó sobre un asunto, las disputas internas, que han de resolverse “en el vestuario”. “Si hay un conflicto con un presidente autonómico o con un presidente del Gobierno y la dirección, el partido tiene que actuar, y no se puede actuar para acrecentar el problema”, advirtió Feijóó, que recuerda que “la dirección de un partido no está para ampliar un problema, sino para solucionarlo”.
Alfonso Fernández Mañueco, inmerso en plena negociación para allanar la legislatura en Castilla y León, pidió que “la verdad se abra paso por encima de todo”. El presidente castellanoleonés, que el lunes comenzará la ronda de contactos en busca de apoyos para conformar gobierno, pidió a la cúpula del partido que todo “se aclare”.
La máxima alusión pública del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha sido, quizás, el escenario: un acto de reivindicación en Cádiz del abrazo entre José María Pemán y Rafael Alberti que “simbolizó la reconciliación de las dos Españas cuarenta años después de la Guerra Civil”.
A la altura del mejor driblador -el jueves apeló a que su única obsesión es Andalucía y pidió “unidad, unidad, unidad”-, Moreno ha esquivado las palabras “Ayuso”, “Egea” y “Casado” en su discurso, si bien ha apelado al “diálogo”, al “respeto mutuo” y a la “capacidad de empatizar” para resolver las disputas ineludibles en “organizaciones y partidos políticos”. Tres instrumentos que harán falta para reconstruir la lucha fratricida de dos pepés.
La postura más exótica es la de Fernando López Miras. El presidente murciano respalda a su paisano Egea (“un orgullo” para Murcia) y está “convencido” de la “honorabilidad” de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero no solo eso, también cree “que la actuación de la dirección nacional ha sido correcta”. Una triple defensa virtuosa.