“Venezuela está con Putin, está con las causas valientes y justas”, ha manifestado el Golem gobernante, una declaración sumisa e insensata, en las antípodas del sentimiento de los venezolanos. Quien la expresa, como afirmó un ex cofrade del régimen, es alguien que no puede hacer más que de “perrito faldero” del auto ungido nuevo zar de Rusia. Un mandón que quizás ni colige que Rusia, a la que ruega favores, luego del asalto atroz a Ucrania y por las sanciones que recibirá, probablemente no estaría en capacidad de tirarle un hueso a su arruinada administración.
Ningún gobierno en Latinoamérica, salvo la tríada criminal que rige Venezuela, Cuba y Nicaragua, aplaude y justifica el asesinato de inermes ciudadanos ucranianos. Tal postura es propia de la naturaleza de estos regímenes y nos recuerda que un signo incontestable de cobardía es disfrutar el conflicto que sufren otros.
La alusión irresponsable a la guerra ya era común en las peroratas del lenguaraz de Barinas, cuando invocaba la disposición patriotera al combate, salvo la suya por supuesto, de soldado correlón en las dos ocasiones que tuvo para demostrarlo. Hoy, de ese mismo tenor es la adhesión cobarde al acto genocida contra Ucrania, de incalculables consecuencias mundiales.
Los ucranianos, víctimas de siglos de autocracia zarista, de décadas de dictadura soviética, del saqueo genocida de sus alimentos {Holodomor) por Stalin, de la ocupación nazi, son de una vocación valiente y profunda por la libertad como lo demostraron fehacientemente en la Revolución Naranja de 2004 y en la resistencia de Maidán de 2014.
Opuestos a la insensatez y al vasallaje de la banda gobernante, los venezolanos, con admiración, respeto y solidaridad, estamos con Ucrania.