Crece la censura en Rusia: “Prohibido hablar de guerra en el país que empezó la guerra”

Crece la censura en Rusia: “Prohibido hablar de guerra en el país que empezó la guerra”

Una mujer sostiene un cartel que representa a un personaje que mezcla la cara de Putin y Hitler y apodado “Putler” durante una protesta contra la invasión rusa de Ucrania en Zagreb el 26 de febrero de 2022. – Los soldados ucranianos repelieron un ataque ruso en la capital, Kiev, solo unas horas después. El presidente Volodymyr Zelensky advierte que Moscú intentaría tomar la ciudad antes del amanecer. (Foto de DENIS LOVROVIC / AFP)

 

 

Una realidad paralela. Algunos de los ciudadanos rusos que están siguiendo desde su país la evolución de la guerra en Ucrania describen así lo que les llega a través de los medios de comunicación nacionales. Mientras las principales cadenas internacionales dan cuenta de los ataques de las tropas rusas o del avance de sus blindados, ellos escuchan relatos sobre los logros de los combatientes prorusos en Lugansk y Donetsk, o reciben el mensaje de que los ucranianos se están comportando como auténticos fascistas neo nazis a los que no les importa usar a los niños como escudos humanos.





Por Cadena SER

El día que empezó la invasión, el jueves 24 de febrero, el periodista Dmitri Murátov, premio Nobel de la Paz y director de Nóvaya Gazeta, colgó un vídeo en la web de su diario explicando que Putin había iniciado una guerra por la que sentía vergüenza y a la que los rusos tenían que oponerse. Poco después el Kremlin prohibió a los medios usar la palabra “guerra”.. para referirse a lo que ellos consideran una “operación de liberación de los territorios de Lugansk y Donetsk”. El video de Murátov desapareció de la web del diario.

“Yo llegué allí en septiembre del 91, cuando aún existía la URSS, y trabajar era muy complicado”, recuerda Francisco Herranz, que pasó allí más de cinco años como corresponsal y compara lo que está viendo ahora con lo que vivió en su momento: “Pasaba lo mismo en la guerra de Chechenia, que definían sólo como una operación antiterrorista”.

Herranz nunca ha roto sus vínculos con aquel país. Cuando regresó escribió el libro “Gorbachov, luces y sombras de un camarada” y desde hace 8 años colabora con la agencia oficial rusa Sputnik. Dice que en todo este tiempo la relación ha sido muy buena, nunca ha tenido problemas y le han publicado sus crónicas sin tocar una coma, aunque admite que a partir de ahora la situación puede cambiar: “Se me plantea dilema moral porque no quiero participar en esto, condeno absolutamente la invasión y el ataque; los argumentos van por un lado y los métodos, que son deleznables, por otro”.

Javier González Cuesta lleva también 8 años como periodista en Moscú. Desde allí colabora con El País y con la Cadena SER y de momento tampoco ha tenido problemas con las autoridades rusas, aunque considera que “con la política de prensa los últimos 20 años lo que se ha conseguido es que los rusos ya no confíen en los medios, en ninguno, mucha gente tampoco confía en lo que cuentan los medios occidentales”.

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