El monasterio de las cuevas de Kiev, en la zona de Lavra, es uno de los complejos religiosos más históricos de la ciudad. Tiene casi mil años y es algo así como la santa sede de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, que a pesar de tener un origen en común, se separó de la moscovita. También en la religión se juegan rencores y diferencias. Pero acá, ahora, se juega mucho más.
Por infobae.com
Makary tiene 42 años y es el sacerdote a cargo del monasterio. Bajo sus órdenes, hoy se están preparando para la lucha urbana. Cuando se dice que los rusos van a tener que pelear casa por casa, resulta que también será iglesia por iglesia. En esta, ahora mismo, hay cinco sacerdotes preparando una trinchera junto a su templo. Están cargando bolsas de arena y tablas de madera para construir un parapeto desde el cual no solo puedan defenderse sino también disparar. Para eso dejan huecos en el muro de bolsas, para disparar desde ahí. La imagen es surrealista.
Junto a la trinchera, una de las entradas a la torre del templo. Escaleras arriba, las paredes están pintadas con murales que retratan diferentes batallas libradas por Ucrania. No son solo de la historia remota sino de hace pocos años: se ve el aeropuerto de Donetsk, atacado en el comienzo de la guerra en el Donbass, en 2014. Se ve la plaza Maidán en llamas, con retratos de militares, milicianos y sacerdotes en pie de guerra.
Ya en el segundo piso, unas ventanas abiertas, una imagen de la virgen sobre un estrado y una escalera caracol que lleva a la cúpula de la iglesia. Mientras recorremos el lugar, dos milicianos suben la escalera y dicen algo en ucraniano al sacerdote, que asiente con la cabeza y los deja pasar. Suben la escalera caracol hacía la torre. Harán, supongo, un punto de tiro.
“Voy a defender la iglesia porque es mi casa, incluso lo haré con armas si es necesario”, dice Makary. Es un hombre de fe y asegura que no le gusta llegar a esto, pero que ellos no van a atacar a nadie sino tan solo defenderse. Se suele decir que en la guerra uno elige cuando y dónde tira la primera bala, pero no la última. Con el primer tiro desaparecen todos los planes.
Makary no planea dar ese primer disparo (que, por otro lado, ya fue dado), pero sí responder al fuego. Es otra de las situaciones descolocadas de esta invasión, ver un templo esperando para ser atacado. El monasterio fue creado en 1051, es el más antiguo del país y en 1990 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hoy fue declarado trinchera.
“Ser sacerdote es un sacrificio. Yo decidí serlo y renunciar a la posibilidad de tener una familia. Y ahora debo continuar ese sacrificio y defender a mi iglesia. Y voy a dar mi vida para defender a mi templo y a la nación de las tropas invasoras”, dice.
-¿Su religión no está en contra de tomar las armas?
-Por supuesto que como todo sacerdote no quiero tomar un arma y deseo la paz y el amor. Pero si es necesario, tomaré las armas con mis manos para defender al país.
-¿Cómo hombre de la iglesia, no duda de lo que está haciendo?
-Bueno, por supuesto que está completamente prohibido matar a nadie en nuestra religión, pero yo no pienso atacar, solo nos vamos a defender.
-¿No tiene miedo de morir?
-Claro que tengo miedo a morir. Pero todo el mundo muere una vez, no dos, y una es menos escalofriante que dos.