Morituri te salutant, por @ArmandoMartini

Morituri te salutant, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

¡Los que van a morir te saludan! Así comenzaban los gladiadores saludando al Emperador, antes de vencer o morir, según determinara el imperial dedo pulgar, en el circo romano antes de dar inicio a estocadas y mandobles, feroz y brutal espectáculo de sangre y muerte para un pueblo que inició en la grandeza su decadencia. Formaron legiones, ejércitos eficientes, victoriosos con los cuales conquistaron y mantuvieron un imperio por siglos. Sin embargo, la gloria y el esplendor los destruyó. Fueron persuadidos por el cristianismo, pueblos del centro y norte de Europa, se entregaron mansos a inmoralidades, liviandades, lujuria y corrupción. Cayeron carcomidos por oprimidos, subyugados y dominados; fueron abofeteados por vejados, esclavizados y tiranizados, para sucumbir a la muerte cuando dejaron de ser imperio por sentirse emperadores.

Como ellos, en Venezuela, miles de esperanzados salen a las calles recordando promesas del más grande embustero que nunca haya parido la patria, resonando en sus mentes los alardes del heredero impuesto por el castrismo. Errores de un chavismo que dio palabra de un mundo nuevo y esplendoroso, entregando sólo carencia y miseria de maravillas ofrecidas. Se alzó con un país lleno de problemas pero capaz de alimentarse, sanarse, aspirando llegar al cuarto de siglo manipulando fracasos, disimulando fallas, ocultando errores y repitiendo mentiras. ¡La estupidez, con la que se promete representa la delirante ilusión!

Así concurren los venezolanos, sin orgullo ni posibilidad, tristes, temerosos del país que llevan a cuesta; ganarse la vida, sobrevivir entre deficiencias e indigencia, servicios públicos insuficientes, sin agua ni luz, actividades de salud sin equipos ni medicinas. Profesores y maestros maltratados, peor pagados. Sinvergüenzas que derrochan a placer lo robado a sus doblegados connacionales. Militares pomposos de pecho atiborrado luciendo medallas, condecoraciones, además de tanques, fusiles y aviones rusos pero que pierden escaramuzas con la narco guerrilla delincuente a los cuales debieran expulsar pero, son socios y empleados. Policías entrenados para someter la transgresión a la que se asocian, maltratando al ciudadano que deberían proteger. Oficinas públicas que en vez de atender con profesionalismo y disposición, se sojuzga al solicitante como si los funcionarios no son servidores de la ciudadanía sino lacónicos devotos sirvientes del socialismo bolivariano del siglo XXI.





Se sale para evidenciar un régimen permisivo que da excepciones y facilidades a negocios de altos precios, sin embargo, restringe y desatiende al ciudadano de a pie, el que no tiene dinero ni ánimo para entrar en bodegones ni a ningún comercio más allá del sencillo surtido bodeguero, las pocas veces que tienen dinero para comprar el condumio mínimo. Tener bolívares es de mal gusto. Igualmente, se certifica precio por captura, violaciones de los Derechos humanos y crímenes de Lesa humanidad, que cohabitadores indolentes y promotores de mazmorras amplias pretenden olvidar con la simpleza encubridora, cómplice, del borrón y cuenta nueva, a cambio de impunidad, monedas y prerrogativa. Demasiado adulador y servil lisonjero tenía que ser un perdedor para que le perdonaran la vida.

Con excepciones de custodiados en dispendiosos carruajes blindados, capaces de financiar un ejército de espalderos abusivos, creídos e inciviles, los venezolanos no somos ciudadanos, más bien luchadores de la vida sin protecciones ni defensas, mallas ni tridentes, luchadores a mano limpia para quienes las calles son día tras día, un coliseo, un circo de donde regresaremos a nuestros hogares con la suerte de estar vivos y una nueva decepción, o a la morgue asesinados por un país inseguro y en derrumbe. 

En tiempos de crisis global, cosas antes sumergidas en profundidades han sido reflotadas. Una de ellas es que el mundo se presenta como una gradería, un anfiteatro en cuya arena los gobernantes luchan por la vida o, en casos, por la supervivencia de sus pueblos; es decir, el resto de los humanos, que esperan órdenes en los sótanos, pendientes de las providencias del palco imperial, ejecutadas luego por los gladiadores. 

@ArmandoMartini