Sencillamente desde hace mucho tiempo que en Venezuela no se elaboran lo que se llaman políticas de Estado, y antes de que alguien advierta que pudieran ser políticas para controlar la vida de las personas o aquellas que responden a una ideología en particular, hechas para hacer ingeniería de la sociedad; en realidad no se trata de esto, sino precisamente de la idea principal: Políticas de Estado.
Esto no es intervencionismo, incluso para aquellos que creemos por ejemplo, que la educación debe ser financiada por diferentes mecanismos, se necesita de una Política de Estado como parte de las políticas públicas, que promueva este cambio. Y es que de allí se origina el título de este texto; no existe ámbito de la vida pública de Venezuela en que el gobierno (que ya sublevó al Estado contra el ciudadano), no deje de agarrar remiendos.
Como el sistema eléctrico falla y es chatarra, entonces los jerarcas mandan a los alcaldes y tal vez a los más ineptos, a vender bombillos “ahorradores”; al existir una merma considerable en el país de profesionales, técnicos, personal calificado, entonces aceleran los programas de ciertas “universidades” que tienden a parecerse más a técnicas medias; para una industria petrolera en ruinas la solución son precios “internacionales” de la gasolina; en lo que se refiere a combatir el crimen (solo del hampa común), al no existir la policía preventiva y la investigación criminalística, se aplica la aniquilación.
No satisfechos con lo anterior, recurren a promover el regreso de familiares, amigos y conciudadanos al país, utilizando el pasaporte vencido; si no hay disponibilidad y accesibilidad de medicamentos se recurre a emitir normativas para el ingreso de medicamentos y comercializarse en el país sin recibir el registro sanitario (claro que por un tiempo corto). Si la banca no puede dar créditos (intermediación financiera) como principal función, se opta por demoler a los comerciantes, cobrándoles cuotas injustificadas por el uso de puntos de venta; a la par del grotesco Petro.
Esto y mucho más coloca al gobierno-Estado como un verdadero agarrador de remiendos, que cualquier costurero decente los evaluaría como bastante mediocres para seguir intentando mantenerse en el poder.
La solución sigue estando del lado de la ciudadanía, de los gremios con verdadero espíritu y ganas de construir una sociedad venezolana diferente y mejor, incluso de poner a prueba la libertad que posee cada individuo de pensar.