Denis Projipenko, el comandante de la resistencia de Mariupol y enemigo número uno de Moscú

Denis Projipenko, el comandante de la resistencia de Mariupol y enemigo número uno de Moscú

Denis Projipenko, fundador del Batallón Azov. E.M

 

 

 





En la edición rusa de Wikipedia, el nombre Denis Projipenko encabeza la lista de comandantes del Batallón Azov. Es el de más alto rango. El enemigo número uno de Moscú, el hombre que personifica sobre el terreno ese “nazismo” del que Putin dice estar liberando Ucrania. En las webs de Kiev, sin embargo, nada. Projipenko ha desaparecido y nunca existió, limpieza total de cualquier alusión. Si fuera por Internet, el jefe de la resistencia militar en Mariupol sería un hombre sin pasado, sin gloria pero también sin sospechas de simpatías neonazis que hoy perjudicarían la causa ucraniana. 1,90 de alto, rubio, nariz fina y ojos azules, el mayor Denis Projipenko es uno de los fundadores del Batallón Azov.

Por: El Mundo

Entrenamiento militar, belleza de estrella de cine, Projipenko lleva años en primera línea contra los prorrusos del Donbas y hoy, ahora, en este mismo momento, está atrapado en Mariupol. Cercado sin posibilidad de refuerzos. Bombardeado por aire y mar. Acechado por por drones y escuchas. Basta que se comunique, que se deje ver un segundo, que alguien dé un chivatazo para que le caiga encima un misil. Y Moscú sabe cómo conseguirlo. Ya lo hizo en los años 90 durante el asedio de Grozny, en Chechenia, contra el presidente independentista Dudaev. Y entonces la tecnologías no estaba ni mucho menos tan avanzada.

En Mariupol, entre 14 y 15.000 soldados rusos vierten sin piedad una cascada de explosivos sobre la ciudad para eliminarlo a él y a sus hombres. Decenas de misiles están preparados para desintegrarlo, miles de soldados para reclamar la recompensa que ofrece el presidente checheno Ramzan Kadyrov, íntimo del líder del Kremlin, Vladimir Putin: medio millón de dólares por Projipenko, vivo o muerto.

Lo que está sucediendo a los soldados que defienden Mariupol y a su comandante Projipenko tiene la profundidad trágica de las grandes batallas que cambian el curso de la Historia e inspiran grandes películas. Aunque cuando eso llega, los protagonistas están todos muertos. Los 960 fanáticos de Masada. Los 300 espartanos de las Termópilas. Los hambrientos de Stalingrado. Todo sacrificios. La victoria o la derrota no es tan importante para la Historia, pero sí es capaz de marcar la consagración de una identidad que ya no es negociable.

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