Lamentablemente se ha leído (y oído) demasiadas veces de las famosas cajas negras de los aviones. Cada vez que ocurre una catástrofe aeronáutica se las buscan intensamente hasta encontrarlas, ya que están confeccionadas de un material muy resistente que, generalmente, resulta intacto, y contiene datos que pueden ayudar a determinar la causa del accidente.
Por Clarín
Pero las cajas negras esconden varios secretos. Para empezar, no son negras ni son cajas. En realidad, son dos dispositivos: CVR (Cabin Voice Recorder) que recoge las conversaciones de la tripulación y los sonidos procedentes de la cabina, y FDR (Flight Data Recorder) que anota los datos del vuelo.
Precisamente esa es su función, la de almacenar datos que, en caso de un accidente, permitan saber lo ocurrido en los momentos previos para establecer, luego, las causas.
Y su importancia, llegado el caso, es vital: gracias a las cajas negras se puede saber qué falló en cerca del 90% de los accidentes aéreos.
Cómo se crearon las cajas negras de los aviones
El primer prototipo fue diseñado por un ingeniero francés llamado François Hussenot en el año 1939. Se trataba de una caja rudimentaria hecha con film fotográfico calibrada con espejos.