En la noche del 15 de febrero de 2007, un equipo de cinco policías del condado de Cameron, Texas, comenzó a interrogar a una madre mexicoamericana de quien sospechaban que había asesinado a su hijo de dos años.
Por The Guardian
Melissa Lucio se encontraba en condición vulnerable. Estaba embarazada de mellizos y en medio de la conmoción y el dolor. Solo dos horas antes, su hija menor, Mariah, había sido declarada muerta después de haber caído inconsciente.
Los oficiales no permitieron que las vulnerabilidades del sospechoso se interpusieran en la inquisición. Durante casi seis horas, que se extendieron hasta altas horas de la noche, le aplicaron a Lucio la notoria “Técnica Reid”, un método de interrogatorio controvertido que ha dado lugar a numerosas condenas injustas en los EE. UU.
Como estaban entrenados para hacerlo bajo el sistema, los oficiales pusieron sus rostros a pulgadas de Lucio, gritándole que “tenía que saber” lo que le había pasado a su hijo. Tenían “muchas pruebas” de que ella era la culpable de la muerte, dijeron, y la obligaron a ver fotografías del cuerpo sin vida de la niña.
Luego, como dicta el método Reid, cambiaron abruptamente de tono. Le aseguraron con delicadeza que podría “poner fin a esto” si solo confesaba haber causado la muerte del niño.
Lucio insistió más de 100 veces esa noche en que ella era inocente. Pero después de más de cinco horas de “maximización” y “minimización” agresivas, como se conoce la técnica, llegó al punto de quiebre.
Comenzó a repetir las frases que los investigadores efectivamente le habían enseñado a decir.
“No sé lo que quieren que les diga”, les dijo. “Soy responsable de eso… Supongo que lo hice”.
Esa confesión forzada fue la prueba central presentada en el juicio posterior de Lucio. Fue fundamental para el veredicto de culpabilidad del jurado y para la sentencia de muerte que siguió.
El próximo miércoles, a la espera de una suspensión de última hora, Lucio, de 52 años, será ejecutado por un delito que evidencia significativa sugiere que no cometió. No solo eso, sino que la evidencia significativa también sugiere que el crimen por el cual será atada a una camilla e inyectada con drogas letales nunca sucedió en primer lugar.
Un creciente cuerpo de inteligencia, gran parte de la cual nunca se escuchó en el juicio, parte de ella activamente suprimida por los fiscales, apunta a una conclusión muy diferente. Mariah no fue golpeada hasta la muerte por su madre; ella murió de heridas internas por una caída accidental.
A medida que se acerca la fecha de ejecución del 27 de abril, la preocupación de que una mujer inocente esté a punto de ser enviada a la cámara de ejecución ha llegado a un punto álgido. Extraños compañeros de cama se han unido para pedir que se retrase la ejecución en una erupción de inquietud que rara vez se ha visto con tanta intensidad en Texas.
“Hay tantas capas de injusticia aquí que ha atraído el apoyo de aliados poco probables. Las personas que creen firmemente en la pena de muerte están hablando porque les preocupa que este caso haya ido terriblemente mal”, dijo Sandra Babcock, miembro del equipo de defensa de Lucio y profesora de la facultad de derecho de Cornell.
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