Venezuela se distrae y entretiene con partidos políticos de arreglos ornamentales, perturbadores matices, acomodos estéticos, más o menos variada ideología y un denominador común, no se cuentan ni de vaina, ni por equivocación. ¿Por qué se resisten al escrutinio? ¿Padecen neurastenia culillú’a?
Se desconoce la cuantía de militancia inscrita que los respaldan. Lo guardan como un secreto de Estado. Pero no es sólo característica de conversos encubridores oficialistas y opositores viejos o nuevos; ninguno conoce el balance de querencias y acompañamiento. En consecuencia, cualquier intento de representación es tramposo, ilegal e ilegítimo. Una estafa arbitraria, de conducta indigna e imposición inmoral no consentida.
En inaudita ocasión el partido oficial del chavismo realizó conteo por forzada iniciativa de su eterno vicepresidente, con resultados sin atestación, certificación, respaldo de autoridades electorales ni observadores imparciales independientes. Los que fueron grandes de la democracia, olvidaron cuándo se tantearon por última vez, no saben cuántos los apoyan ni de que respaldo gozan. La comedia regional podría orientar pero sería incorrecta y plagada de inexactitudes. Los perjuros que se exhiben como antagonistas, son enigma reservado, incógnita arcana, hacen y deshacen incluso con la dirigencia en éxodo, independiente que sea por ausencia invitada del castrismo o batahola y disfrute conveniente.
Izquierda o derecha -¿alguien se confiesa en tal posición?-, alardean, se vanaglorian de críticas o respaldos sin tener cuentas claras, de qué proponen, plantean y quiénes les acompañan en sus ideas. Sin comentar los partiduchos, movimientos, grupetes, que proclaman orondos validez y propuesta sin garantía de militancia que los avale.
El indicador que se aproxima, resultados de las parlamentarias 2015, que desvergonzados traicionaron y engañaron a la ciudadanía. Por eso, y otras mentiras, -16J/12D- son rechazados por más del 80% de sus compatriotas. Sin olvidar trabas y obstáculos que el bufete obediente produjo para desconocerlos. Aunque reconocidos por países libres, democráticos y validadas por partidos que nombraron por cuenta y riesgo un interinato. Lo cual nos llevó a la locura de un gobierno que hinchado se ufana de legitimidad, pavoneándose sin poder, y otro que tiene control del territorio, instituciones y armas pero carece de reconocimiento y legalidad.
Por eso, la colaboración confusa validando representaciones ilícitas y negociaciones clandestinas, además de elecciones fráudenlas. Cogollos, sablistas y bichos, se consideran superiores, poniendo en veda la alternabilidad, desconociendo su significado, y olvidando el de libertad y democracia. Lo cual lleva a la pregunta: ¿quiénes, por encargo legítimo de quiénes están discutiendo qué en México o cualquier otro lugar?
Venezuela un Estado en el aire, con captura y precio, acusado por violación de los Derechos Humanos en la Corte Penal Internacional; con sectores opositores anhelantes de cohabitar, ahora, esta aterrada, gallinácea de sus propios militantes y partidarios, afirmando legitimidad sin ejercer poder; con empresas internacionales y recursos financieros en manos de otros gobiernos. Es un país al garete, que urge re-institucionalizarse en todo, desde las juntas de condominio, gremios profesionales, sindicatos, academias, universidades, liderazgo político y un largo etcétera.
Hay que poner orden en el tema fundamental, esencial para la democracia. Es hora de quien aspire representación, se presente con garantías, testigos internacionales creíbles, confiables con respaldo de organismos de respeto mundial, al dictamen público, acepte el veredicto, cumpla la palabra empeñada y honre su compromiso ciudadano. Que voten todos, sin restricciones, dentro y fuera del territorio, muchos han sido víctimas del destierro para silenciarlos.
¿Por qué no se miden? Cuéntense para elegir una dirección política que asuma retos, con la verdad como bandera y el coraje necesario. ¿Qué puede hacer el ciudadano? Rechazarlos políticamente si no acatan el mandato de la mayoría, obligándolos a contarse o ser objetados, dejados de lado. ¿Cuál es el miedo?
¿Quiénes lo impiden?, los nefastos cogollos partidistas secuestradores de la aspiración popular. Cúpulas podridas que no se rendirán fáciles, seguirán recalcitrantes para imposibilitar cualquier pronunciamiento ciudadano que obre contra sus intereses y objetivos hegemónicos. Se inhibirán de rendir cuenta y quebrantarán cualquier mecanismo para hacerlo. Y quienes estorben, serán perjudicados políticamente.
Hoy, los partidos que se presumen grandes, sean pro-gobierno u opositores, o floten en el denso ambiente político, lo más probablemente es que sean grupúsculos alrededor de algún personaje, lo único que tenemos es un país y un Estado ilegítimos, etéreos. ¡Con lo cual en vez de mejorar, vamos cada día peor, a menos que nos contemos!
@ArmandoMartini