Chocolate Valle Canoabo: el fruto de un trabajador que apostó a Venezuela a pesar de las adversidades

Chocolate Valle Canoabo: el fruto de un trabajador que apostó a Venezuela a pesar de las adversidades

 

Canoabo es una pequeña población del municipio Bejuma, en el estado Carabobo, con poco más de 5 mil habitantes. Es un pueblo lleno de cultura, tradición, gente amable y trabajadora, y es conocido como el rincón cordial.





Por Corresponsalía

Desde hace aproximadamente ocho años el nombre de Canoabo se ha proyectado en Venezuela y el mundo, gracias a la visión de un chileno que creyó y apostó por estas tierras fértiles, que en épocas ancestrales fue próspera por su café y su cacao.

El ingeniero Luis Morales, tras 30 años de trabajar en la industria del vidrio, un buen día decidió retirarse e invertir sus ahorros en este pueblito que una vez conoció y del que quedó prendado. Sin miedo al fracaso apostó y hoy en día, después de sortear diversas vicisitudes propias de un país con una situación sociopolítica inestable, ha consolidado una de las empresas más importantes del occidente de la entidad carabobeña: Chocolate Valle Canoabo.

El lugar donde todo comenzó

 

 

Luis Morales no solo es un soñador, sino que es un visionario. Cuando decidió invertir sus ahorros – producto de 30 años de servicios en reconocidas empresas del vidrio en Venezuela – en un terreno de alrededor de 8 hectáreas para dedicarse a sembrar cacao, más de uno lo etiquetó de loco, pero en su memoria rondaba la frase de que en Venezuela se cosecha el mejor cacao del mundo y esto lo inspiró.

Este ingeniero industrial llegó a Venezuela junto a su esposa en 1977, contratado como profesor de la ULA en el núcleo de Trujillo, escapando de la situación sociopolítica que atravesaba Chile para ese entonces. “Tendría yo unos 28 años. En esa época, Chile estaba como actualmente está Venezuela”, rememoró.

Cinco años después de ingresar al mundo de la fábrica de vidrios, cansado de trabajar para otros, pensó que era hora de retirarse, pero no a descansar sino a trabajar en sus propios sueños, tener una finca y volver al campo, pues en Chile era lo que hacía de pequeño.

Contra todo pronóstico, adquiere las tierras en donde actualmente está la Hacienda San Cayetano, donde inició solo con cultivos de cacao, aunque confesó que en su vida había visto un grano de este fruto.

“Fue el atrevimiento de la ignorancia, ¿Qué puede saber un chileno de cacao? Nada. Pero empecé a buscar información en internet y a comprar libros sobre este tema. Soy 100% autodidacta”, cuenta de manera jocosa el dueño del lugar que más tarde se convirtió en lo inimaginable, no solo en su sustento y el de su familia, sino en el de decenas de lugareños que hoy también llevan el pan a sus casas gracias al empleo directo e indirecto que genera este lugar.

De la siembra del cacao a Chocolate Valle Canoabo

 

Luis Morales relata que su plan inicial era sembrar cacao. Es así como en 2005 inició con este proyecto, pero en 2010 nace la idea que reinventará este lugar y que le daría el éxito que tiene actualmente.

Ingresa al negocio su hijo Rodrigo Morales y en reuniones familiares llegan a la conclusión de que solamente con los cultivos de cacao no vivirían. Así que nace la idea de fabricar chocolate de su propia cosecha, sin aditivos artificiales, lo que se conoce como chocolate oscuro o gourmet.

En diciembre de 2014 se inauguró Chocolate Valle Canoabo y en marzo de 2015 arrancaron las operaciones comerciales.

En la misma hacienda se trata el cacao y se hace el proceso “tree to bar”, desde el vivero donde germinan las semillas hasta la inserción de la planta en el frondoso bosque lleno de árboles frutales, que protege los sembradíos de cacao y le da un sabor muy particular que los diferencia del resto de los que se siembran en el país.

El fruto se recolecta, luego los trabajadores le hacen cuatro cortes para abrirlo y extraen el fruto que irá directamente al cuarto de fermentación, donde pasa cinco días en tres bandejas diferentes. Después pasan a la fase de secado, en la que emplean dos técnicas diferentes, y finalmente llega a la fábrica donde se convierte en una deliciosa barra de chocolate.

De Canoabo para el mundo

 

 

Chocolate Valle Canoabo es un emprendimiento familiar, todos se fueron involucrando en el proyecto. Desde que salieron las primeras barras de chocolate oscuro, la familia Morales ha sumado éxitos.

Rodrigo Morales, director de la empresa, contó que han participado en ferias internacionales, como el Salón del Chocolate en París, donde lograron ubicarse entre los 10 mejores de la competencia Sens & Chocolate, y en el Festival del Cacao en Holanda.

“Hubo un momento en que éramos más conocidos internacionalmente que en nuestra tierra. Nunca pensamos en que esto pasaría”, reconoció.

Algo que marcó la memoria de Rodrigo Morales fue cuando en 2019 acudió como ponente al Chocoa Festival Ámsterdam. “En Venezuela había una crisis muy acentuada, tanto que al mismo tiempo que hablábamos de cacao, estaban los venezolanos protestando en la plaza Ámsterdam”, recordó.

Los ojos del mundo estaban sobre Venezuela y no precisamente porque estaba en su mejor momento, y cuando le tocó a Rodrigo abrir la ponencia, de su corazón solo salió decir en nombre de la delegación venezolana que “para todos los que estamos aquí, el cacao es esperanza”.

Esta frase que cautivó a la audiencia y a los medios de comunicación internacional, dejó claro que tanto Chocolate Valle Canoabo, como el resto de los presentes en la capital de los Países Bajos, no habían perdido la fe en su país y que seguirían adelante con sus proyectos, pese a lo cuesta arriba que ha sido para todos los que deciden emprender en una nación que ha sido golpeada fuertemente por la situación económica, política y social.

Hoy en día estos emprendedores no solo cultivan cacao y fabrican chocolate, también crearon una ruta ecoturística que ha beneficiado al poblado entero. “La llegada de la familia Morales hizo que los canoaberos volteemos la cara hacia nuestros ancestros y recordamos la siembra de cacao y café. Han generado fuentes de empleo, reciben pasantes de nuestras casas de estudio, atraen personas de todas partes y se han integrado a nuestras tradiciones y culturas. Que el señor Luis haya volteado a ver a Canoabo, ha sido sumamente importante para nosotros”, relató Iris Pacheco, educadora, cultora y posadera de esta localidad.

Actualmente procesan unos 600 kilos de chocolate al mes. Tienen presencia en varios estados de Venezuela y también poseen una bombonería en Valencia a cargo de la hija de Luis Morales, la cual recientemente en alianza con la Fundación Santa Teresa, crearon una edición exclusiva de bombones elaborados con ron Santa Teresa 1796, con motivo de la celebración especial de los 225 años, algo que llenó de orgullo no solo a esta familia sino a todos los pueblos del occidente de Carabobo.

Rodrigo Morales reconoce que no ha sido un camino fácil, han sorteado cualquier cantidad de obstáculos como el confinamiento por la pandemia, la falta de combustible, así como una mejor organización del gremio. Pese a esto, afirmó que desde esta empresa no desmayan en su lucha por consolidar el cacao. Incluso, actualmente están trabajando para lograr la certificación de la semilla de las tierras canoaberas.

Para él es posible volver a posicionar el cacao en la entidad carabobeña y el país como ocurrió en los años 1800 y 1900, lo cual solo se logrará si se vuelve al campo y se rescatan las escuelas técnicas, los técnicos de campo y la mano de obra calificada. “También el Estado debe garantizar las herramientas para trabajar y para la movilización”, subrayó.