Un grupo de esposas de soldados del batallón ucraniano Azov pidieron este miércoles al papa Francisco que intervenga para “salvar la vida” a los militares atrincherados desde hace varias semanas en la acería Azovstal de Mariúpol, asediada por el ejército ruso.
“Le pedimos al papa que visite Ucrania, que hable con (el presidente ruso, Vladimir) Putin, que le diga que los deje ir”, aseguró a los periodistas Kateryna Prokopenko, 27 años, esposa del comandante del batallón Azov, Denis Prokopenko, al término de la audiencia general en la plaza de San Pedro.
El pedido al papa fue hecho durante un encuentro de unos cinco minutos al final de la audiencia general, con ocasión del tradicional saludo a algunos de los presentes.
“Esperamos que este encuentro sirva para salvarles la vida. Estamos listos para todo gesto del papa, de su delegación. Nuestros soldados están dispuestos a dejar las armas en caso de evacuación a un tercer país”, agregó.
“Le dijimos al papa que tenemos 700 soldados heridos, que sufren por la gangrena, que han tenido amputaciones (…) Muchos de ellos murieron, no hemos pudimos enterrarlos”, contó por su parte Yulia Fedosiuk, de 29 años.
“Le hemos pedido ayuda al pontífice, que actué como un tercero en esta guerra y que intervenga para que puedan salir a través de un corredor humanitario. Nos contestó que reza por nosotros y que va a hacer todo lo que pueda”, agregó.
Al encuentro asistió también el opositor ruso Piotr Verzilov, cofundador del grupo de protesta Pussy Riot y creador del sitio Mediazona, especializado en el seguir casos legales relacionados con la oposición.
En la acería no queda ningún civil, tras las evacuaciones de la semana pasada, según un responsable del gobierno ucraniano, que explicó que buscan la manera de hacer salir a los heridos en estado grave.
Las condiciones de los militares son “pésimas”, “sin agua, sin comida, sin equipo médico”, explicó Fedosiuk, que teme que las fuerzas rusas los capturen, torturen y maten.
Según Kiev, en el complejo industrial siguen atrincherados “más de mil militares”, entre ellos, “centenares de heridos” y se encuentran en el laberinto de galerías y sótanos que hay bajo la inmensa acería.
Creado en 2014, el controvertido batallón Azov, considerado una milicia neonazi por unos y unos héroes para otros, está en el corazón de una guerra de propaganda entre Ucrania y Rusia, que invocó la “desnazificación” de la exrepública soviética como objetivo de su intervención militar en ese país. AFP