La viagra es uno de los medicamentos más populares en el ámbito sexual desde que comenzase a comercializarse en marzo de 1998, pues trata la disfunción eréctil de manera efectiva gracias a que provoca el aumento del flujo sanguíneo hacia el pene, haciendo que permanezca erecto para mantener relaciones sexuales.
Por 20minutos.es
Se trata de un producto que necesita receta médica para su consumo, pero en muchas ocasiones, no la toman solo quienes padecen esta enfermedad, sino también aquellos cuya única motivación es la de prolongar la actividad sexual aunque no la necesiten para tener sexo y a pesar de los riesgos que conlleva, recoge la revista Men’s Health.
Estas personas pueden enfrentarse a una dependencia psicológica de la pastilla, así como a los efectos secundarios propios de su ingesta como dolores de cabeza, estómago, espalda o musculares, náuseas, mareos, sarpullidos o cambios en la visión del color y visión borrosa, entre otras cosas, tal y como se desprende de la propia página web del fármaco.
También a efectos secundarios graves como priapismo, la erección del miembro que no desaparece, una pérdida repentina de la visión en uno o los dos ojos, o incluso la pérdida de la audición.
Por lo tanto, lo más recomendable es que solo la tomen las personas que padezcan de impotencia y siempre y cuando su médico se la haya recetado con anterioridad. Para ello, se puede tomar con agua y tanto si se ha comido como si no, aunque una comida rica en grasas puede retrasar su acción, y es importante recordar que solo puede tomarse una al día.
La pastilla comienza a actuar pasados entre 30 minutos y una hora, por lo que se aconseja ingerirla una hora antes de tener relaciones sexuales. Además, solo funcionará si existe excitación sexual previa.