Fue el rey de la vida nocturna neoyorquina en los años ‘80, compartió noches con las celebridades más populares del momento -como Ron Wood, Keith Richards, Rick James y John Belushi- y en su local, el mítico Studio 54, todo (lo prohibido) sucedía… Ahora, lejos del glamour que supo navegar con expertise, tomó una decisión impactante: “Voy a terminar mi vida con un suicidio”.
Según reveló a The New York Post, el próximo 13 de julio, Mark Fleischman -de 82 años- consumirá una última droga, una dosis letal de barbitúricos, y morirá. Al menos ese es el plan. Así, con la ayuda de la organización suiza Dignitas, se suicidará legalmente.
“No puedo caminar, casi no puedo expresarme bien y no puedo hacer nada por mí mismo”, contó Fleischman, que está confinado a una silla de ruedas. “Mi mujer me ayuda a meterme en la cama y no puedo vestirme ni ponerme los zapatos”, agregó angustiado… “Es que -cómo él mismo suele decir- las drogas, el sexo y los trifulcas que hicieron famoso a Studio 54 no lo mataron pero casi” .
Los neurólogos no han podido diagnosticar su mal, que comenzó en 2016 cuando de repente su pierna izquierda comenzó a arrastrarse. “Es peor que no poder caminar, no tiene equilibrio. Se le caen las cosas y no sabe dónde está su cuerpo en el espacio”, dijo Mimi Fleischman, su esposa desde hace 27 años. “Los médicos pensaron en un principio que tenía una forma de Parkinson. Pero no es eso. Nadie sabe lo que tiene”.
Después de dos años de buscar alternativas, confiar en los médicos y esperar un diagnóstico con final milagroso, Fleischman tomó la decisión de recurrir al suicidio asistido.
“Llegué a la decisión lentamente”, dijo. “Hace dos años, decidí que no valía la pena vivir. Tomé mucho Xanax y acabé en el hospital”. Los médicos de urgencias lo sacaron del borde de la muerte, pero la decisión ya estaba tomada: “Leí un libro sobre cómo acabar con la vida. La forma más fácil es asfixiarse. Pero yo no quería el dolor. Iba a comprar una pistola. Pero mi mujer intercedió”.
Al principio, Mimi intentó disuadirlo pero con el tiempo eligió respetar sus deseos. “Ya sé que va a ser horrible, pero tengo que respetar lo que él quiere”, cuenta Mimi resignada. Además, agrega, no es que tuvo opción, él quiere acabar con su vida, “y ésta es una forma digna de hacerlo”.
El suicidio asistido es ilegal en California pero después de mucho invstigar, Mimi encontró Dignitas en Zúrich.
La organización suiza comenzó a funcionar en 1998 y se dedica a ayudar a las personas a suicidarse cuando su salud se deteriora. En el caso de Fleischman, los miembros de la organización revisaron su historial médico y mantuvieron una serie de conversaciones con él. “Quieren estar seguros de que estoy tomando la decisión por mí mismo”, dijo. “Después de leer mi historia clínica, me hicieron algunas preguntas para asegurarse de que estaba seguro. Tuve que presentar una declaración jurada a un notario en la que decía que quería morir. Tuve que ir a un psiquiatra y él confirmó que estoy en mi sano juicio. Aporté todo eso y me dijeron que sí”.
La organización proporcionará a Fleischman una medicación para acabar con la vida y un lugar seguro para consumirla. “Luego”, continuó, “se encargarán del cuerpo. Me incinerarán y enviarán las cenizas a Mimi en California. Todo esto cuesta unos 15.000 dólares”.
Mimi viajará con él. “Volamos el 8 de julio y hacemos el procedimiento el día 13?, reveló a The New York Post. Lejos de las noches desenfrenadas de Studio 54 donde lo inesperado fagocitaba lo planeado, en esta oportunidad está todo pensado. “Nos alojaremos en un lugar precioso, un resort en el lago. Luego, el miércoles 13, ya en el apartamento que tiene Dignitas. Me tomo una copa, me duermo y ya está”.
Fleischman creció en Great Neck (Long Island), conoció la escena del jazz de Harlem en los años 50 y se graduó en la Escuela de Administración Hotelera de Cornell. A finales de la década de los 70, se divertía con frecuencia en Studio 54, donde conoció a los propietarios del club, Ian Schrager y Steve Rubell y después de que ambos fueran condenados por evasión de impuestos en 1980, asumió la deuda de Studio 54 y se quedó con el mítico lugar.
“El dueño de Studio 54 era una semi celebridad”, recordó. “A las 4 de la mañana seleccionaba a un grupo de personas en la limusina y nos íbamos a la discoteca Crisco”, un local nocturno llamado así por el lubricante preferido por los gays de Manhattan, donde se embebían en una mezcla de cocaína y ketamina en polvo preparada por el propietario del club. “Había buena música y sexo por todas partes”.
“Me gustaba estar colocado. Así que me drogaba y bebía. Posiblemente, este [estado de salud] se deba a que bebía mucho y consumía drogas”. Aun así, agregó: “No me arrepiento de ninguna parte de mi vida”.
En 2017 publicó un explosivo libro de memorias, “Inside Studio 54? (”Dentro de Studio 54?) e -incluso contrató una millonaria póliza de seguro por difamación para estar cubierto en caso de que alguien lo demandara por revelar lo ya olvidado.
Para el 13 de julio aún falta y todavía puede cambiar de idea. Sin embargo, parece decidido: “Cuanto más lo pienso, más quiero hacerlo”.