Marilyn Monroe (1926-1962) sigue siendo uno de los rostros más famosos de Hollywood. Los vestidos que se enfundó son hoy piezas de museo; las obras que inspiró baten récords en las subastas. Su marca sigue haciendo mucho dinero, pero la actriz murió sin un centavo. Tanto que ni siquiera pudo permitirse un “funeral decente” tras su muerte, hace casi 60 años. Es lo que ha asegurado la escritora Joyce Carol Oates, de 84 años. La autora de Blonde, biografía en la que se basa la próxima película homónima de Netflix, ha reflexionado sobre el trágico final de la actriz en el 21º Festival Internacional de Cine Fantástico de Neuchâtel, en Suiza.
Por elpais.com
Publicada en el año 2000, la novela de Oates combina elementos de ficción con episodios detallados de la vida de la actriz a lo largo de sus 700 páginas. En ellas, la neoyorquina describe cómo Norma Jeane Mortenson perdió su identidad para convertirse en Marilyn Monroe. La persona distaba mucho del personaje que hizo populares canciones como Diamonds are a girl ‘s best friend.
Dentro y fuera de la pantalla, Monroe se creó una identidad completamente inventada, al convertirse en un producto que supo explotar la industria cinematográfica, defiende Oates. “Ganó fama mundial, pero se creó una identidad con la que no podía vivir. Una identidad con la que hizo mucho dinero para muchos hombres, pero no tanto para ella misma. Cuando murió, a los 36 años, no tenía suficiente dinero ni para un buen funeral”, ha asegurado.
La escritora también ha reflexionado sobre la frustración de la estrella respecto a su carrera y cómo esta pudo haber contribuido a su muerte. “A medida que Marilyn envejecía, le seguían dando esos papeles que interpretaba una joven estrella, y se sentía humillada. No puedes seguir interpretando a esta rubia tonta que se acerca a los 40 años”, ha explicado la autora. Ella cree que esta insatisfacción pudo degenerar en algo peor: “Algunos dicen que se suicidó. Yo no lo creo necesariamente. Creo que pudo morir de algo parecido a la desesperación extrema’.
Oates aprovechó la oportunidad para bendecir la adaptación cinematográfica de su obra, que se estrenará el próximo 23 de septiembre en Netflix. La película, dirigida por Andrew Dominik y protagonizada por la actriz hispanocubana Ana de Armas, suena fuerte de cara a la nueva temporada de premios. Y, según la autora, con razón. “Andrew Dominik es un director muy brillante. Creo que ha conseguido mostrar la experiencia de Norma Jeane Baker desde dentro. En lugar de verla desde fuera, desde un prisma masculino, se sumergió en su perspectiva”, ha analizado la escritora.
Monroe murió de una sobredosis de barbitúricos en su casa de Los Ángeles el 4 de agosto de 1962. Un agente encontró su cuerpo en la cama y descubrió frascos vacíos de antidepresivos esparcidos por la habitación. Fue el exmarido de Monroe, el jugador de béisbol Joe DiMaggio, el encargado de planear su funeral en el cementerio Westwood, en Los Ángeles (California). Se celebró cuatro días después y fue una ceremonia muy íntima. DiMaggio prohibió la presencia de los rostros más conocidos de Hollywood y de la familia Kennedy. Enterró a su amada con un ramo de rosas y desde entonces ordenó a la floristería Le Parisien Florist de la ciudad que enviara tres ramos de estas flores cada semana a su tumba. Lo hizo durante 20 años y un mes, hasta 1982. Su lugar de descanso, un sobrio nicho de mármol rosa, sigue siendo un lugar de peregrinaje para todos los fans de Marilyn. Y de Norma Jeane.