Iván López Caudeiron: Capital Social, lo que debemos construir

Iván López Caudeiron: Capital Social, lo que debemos construir

El capital social es un recurso para las personas, por el cual las personas acceden a apoyo y oportunidades, pero también es un recurso público para la sociedad en general. Dicho en palabras concretas: Por CAPITAL SOCIAL se entiende aquel activo intangible que se manifiesta en la capacidad de confianza, valores cívicos y asociatividad que pueda lograr la sociedad.

  Visto así, identificamos tres formas amplias de capital social: 1) Confianza y normas de reciprocidad; 2) Redes y 3) Reglas o instituciones formales e informales. Vemos la confianza como el concepto central que se ve afectado por las otras dos formas de capital social así como por factores del contexto. Revisando, un texto que habla con detalle del drama de los países en la construcción de Capital SOCIAL, tomo lo referido por David Hume, filósofo escocés del siglo XVIII, que comentó una parábola sencilla que capta el gran dilema que confunde la espiritualidad con la racionalidad pública, y allí el meollo del asunto de la difícil construcción del Capital SOCIAL. Es una ejemplarización sobre la siembra del maíz. Leemos:

“Tu maíz está maduro hoy, el mío mañana. Nos beneficia a ambos que yo trabaje contigo hoy y que tú me ayudes mañana. Yo sé que no te aprecio mucho y sé que tú tampoco me aprecias mucho. Por eso, no me esmeraré por ti, y debería trabajar contigo por mí mismo, en la espera de un provecho. Sé que debo sentirme decepcionado y que debo depender en vano tu gratitud. Así, pues, te dejo que trabajes sólo; tú me tratas de la misma manera. Las estaciones pasarán y los dos perderemos nuestras cosechas por falta de confianza mutua y seguridad”.

  La falta de cooperación para el beneficio mutuo no es, necesariamente, una señal de ignorancia o irracionalidad. Los defensores del Capital SOCIAL como componente esencial para la construcción de democracias sólidas han estudiado este predicamento bajo una variedad de situaciones a saber: 1) La tragedia de los comunes; ningún pastor puede restringir el pasto del rebaño de otro pastor. Si él limita el uso que él mismo hace de las praderas comunes, él pierde. No obstante, un pastoreo “ilimitado” destruye el recurso común del cual depende la vida de todos. 2) Un bien público; tal como el aire limpio o la seguridad en las ciudades, es algo que todo el mundo puede disfrutar independiente de si contribuye o no, a que se dé. Por eso, muy poco se sienten motivados a contribuir al bien público y se hace tan poco que todos sufren las consecuencias. Y 3) El dilema del prisionero; se mantienen incomunicados a un par de cómplices, y se le dice a cada uno que si delata a su compañero saldrá impune, pero si sigue callando mientras su compañero confiesa, será severamente castigado. Si los dos guardaran silencio, saldrían mejor parados, pero incapaces de coordinar sus relatos, cada uno intenta salvarse delatando, sin importarle lo que haga el otro.

  En todas estas situaciones, cada parte saldría más beneficiada si pudiera cooperar. Sin embargo, en la ausencia de un confiable compromiso mutuo, cada cual, individualmente, tiene un motivo para desertar y convertirse en un “jinete libre”. Cada quien espera racionalmente que el otro deserte, dejándolo con “las consecuencias de la venganza”. El problema principal en esos casos referidos en ejemplos, es la ausencia de sanciones confiables contra la deserción: ¿Cómo puede confiar uno en que el otro mantendrá su palabra frente a la tentación de escurrir el hombro? La solución es clara, y el problema se plantea en forma sucinta: “En principio, la imposición ejercida por una tercera parte implicaría una parte neutral con capacidad para medir, sin costo alguno, los atributos de un contrato y para imponer, sin costo alguno, los acuerdos, de tal manera que la parte ofensora tenga siempre que compensar a la parte ofendida hasta un punto que hiciera costoso violar el contrato. Estas son fuertes condiciones que obviamente rara vez se dan en el mundo real.

  El éxito en la superación de los dilemas de acción colectiva y el del contraproducente oportunismo que generan estos comportamientos generalizados de la gente, dependen de un contexto social que debe revisarse y estimularse en sus raíces de generosidad y civilismo. La cooperación voluntaria es más fácil en una comunidad que ha heredado un rico surtido de capital social, en forma de normas de reciprocidad y redes de compromiso social.

  Nada mejor para que una Democracia funcione, que un país, tenga un elevado Capital SOCIAL. ¿Imposible? Al contrario, es real, factible. Y es una tarea maravillosa en su ejecución.

IG-TW: @IvanLopezSD –  IvanLopezSD@gmail.com

Administrador, con Especialización en Gerencia y Comunicación Política. Consultor Político. Locutor en #LVC1040AM. Articulista de la Patilla.Com e InfoEnlace.Net. Ex Concejal de San Diego, Edo.Carabobo. Más de 20 años de experiencia en cargos gerenciales de la Administración Pública. CEO de @FocoYEmprendo.

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