Es una grasa de origen vegetal rica en ácidos grasos saturados. Cuáles son sus beneficios y en qué preparaciones conviene usarlo
El aceite de coco se puso de moda hace algunos años y, a partir de allí, se lo relaciona con numerosas propiedades beneficiosas para la salud. Para aclarar dudas, vamos a hacer un repaso por lo que dice la evidencia científica.
Si analizamos su composición, podemos afirmar que el aceite de coco es una grasa de origen vegetal rica en ácidos grasos saturados. Se obtiene mediente el prensado de la pulpa de los cocos.
Por eso, los principales nutrientes de este compuesto son estos ácidos grasos saturados de cadenas cortas, los van a ver escritos como AGM (ácidos grasos monoinsaturados). Ellos se digieren y cruzan las membranas celulares muy rápido convirtiéndose en energía en lugar de almacenarse como grasa.
Justamente, por este motivo, se lo relaciona con un supuesto beneficio para la pérdida de peso. Pero aún no contamos con suficiente evidencia de calidad para poder afirmarlo. Para eso se necesitan muchos más estudios en humanos y con una muestra poblacional mucho más grande.
Ahora la pregunta es, ¿sirve para cocinar? Sí, porque al ser una grasa saturada es mucho más estable que otros aceites vegetales ya que su punto de oxidación es más alto que, por ejemplo, el aceite de oliva.
Entonces, como conclusión, podemos decir que el aceite de coco puede formar parte de una alimentación equilibrada siempre que su consumo sea limitado como complemento y no como reemplazo del resto de los aceites vegetales, ya que los mismos ofrecen beneficios cardioprotectores (ayudan a regular la presión arterial, entre otras cosas) que, justamente, el aceite de coco no posee.
El aceite de girasol, el de oliva y el de maíz aportan diferentes ácidos grasos protectores para la salud. Todos son buenos pero hay que consumirlos con moderación. La recomendación es hasta 2 cucharadas al día por persona.
Y un consejo es utilizar el aceite en crudo. Cuando lo exponemos a altas temperaturas, se satura y se vuelve perjudicial. Por eso, siempre que puedas utilizalo en sin cocción, en ensaladas o preparaciones frías. De esta manera, aprovechás mejor sus propiedades antioxidantes y la vitamina E.
* Romina Pereiro es licenciada en nutrición MN 7722
* Producción: Dolores Ferrer Novotný / Edición: Rocío Klipphan