Dimie Ogoina, profesor de medicina en la Universidad del Delta del Níger de Nigeria, sospechó que se estaba difundiendo una nueva versión de la enfermedad en 2017. Asegura que alguien le dijo que se callara, y que las autoridades nigerianas redujeron la búsqueda de nuevos casos
Por Infobae
La Organización Mundial de la Salud declaró hace una semana el brote de la viruela del mono como una emergencia de salud pública ante el aumento de casos: más de 20.000 en todo el mundo. En África una versión más grave de la viruela ya ha matado a más de 70 personas, mientras que España registró dos victimas fatales y Brasil una.
Pero, a medida que la enfermedad se propaga, algunos científicos creen que el brote actual hubiera podido evitarse si las autoridades hubieran escuchando las advertencias de un médico nigeriano.
Dimie Ogoina, profesor de medicina en la Universidad del Delta del Níger de Nigeria, sospechó que se estaba difundiendo una nueva enfermedad hace 5 años, el 22 de septiembre de 2017.
Ese día, llegó a su clínica un niño de 11 años que presentaba un extraño sarpullido en la piel y llagas dentro de la boca.
“Tenía lesiones muy grandes que le afectaban la cara y todo el cuerpo”, dijo Ogoina a National Public Radio, el servicio de radiodifusión pública de Estados Unidos.
Tras descartar la varicela -el niño ya la había tenido- Ogoina se preguntó si la afección era una enfermedad extremadamente rara: la viruela del mono.
Como Nigeria no tenía la capacidad para realizar pruebas, enviaron las muestras a Senegal y a EEUU. Unos días después, los resultados de los análisis confirmaron la sospecha de Ogoina: el niño tenía viruela del mono.
Ese caso, el primero en Nigeria en 38 años, fue el primero conocido del brote internacional que actualmente se propaga en 78 países.
Cuando Ogoina diagnosticó por primera vez al niño con viruela del mono en 2017, pensó que el virus actuaría de la manera que lo ha hecho durante más de 50 años en otras partes de África, con un contagio de animal a humano. “Hubo especulaciones de que este niño jugaba con monos en la comunidad”, dijo Ogoina.
Inicialmente Ogoina y sus colegas pensaron que el virus sería limitado, como había ocurrido en otras oportunidades. Pero unas pocas semanas después de diagnosticar al niño, Ogoina comenzó a preocuparse.
El brote en Nigeria comenzó a crecer rápidamente. Los casos surgieron en condados no solo cerca de este niño sino en todas partes. “De repente, estábamos viendo casos en todo el país”, dice Ogoina.
Lo que sorprendió a los científicos fue que el virus no afectaba sólo a los niños que vivían en zonas rurales, sino a hombres de entre 20 y 30 años que vivían en ciudades modernas.
Ogoina y sus colegas comenzaron a investigar más a fondo a estos pacientes. “Decidimos hacer una evaluación de la historia sexual de algunos de los casos”, dice. Esa evaluación encontró que muchos de los pacientes tenían comportamientos sexuales de alto riesgo, incluidas múltiples parejas y sexo con prostitutas.
Así, entendieron que la enfermedad, por primera vez, se propagaba a través del contacto sexual. Ogoina y sus colegas incluso mencionaron la idea en un estudio publicado en 2019. “Aunque no se ha establecido el papel de la transmisión sexual de la viruela del simio humano, la transmisión sexual es plausible en algunos de estos pacientes a través del contacto cercano de piel con piel durante las relaciones sexuales o por transmisión a través de las secreciones genitales”, escribieron Ogoina y sus colegas en la revista PLOS One.
Eso significaba que el brote en Nigeria sería mucho más difícil de detener. Los hallazgos significaron que la viruela del simio ya no era solo una amenaza para las comunidades de África occidental y central, sino también una amenaza potencial para el mundo.
En los últimos años, Ogoina dijo que ha tratado de advertir repetidamente a los funcionarios de salud y a los científicos que la viruela del mono había cambiado y posiblemente se estaba propagando a través del contacto sexual. En una reunión internacional, trató de plantear la posibilidad de transmisión sexual. Pero alguien le dijo que se callara.
“Sí, alguien me dijo que no lo dijera. Que no dijera que la transmisión sexual es posible”, recuerda Ogoina con exasperación en la voz. “Me dijo: ‘No debemos preocuparnos por la transmisión sexual’”.
Según el médico, en los años siguientes los funcionarios de salud nigerianos redujeron la búsqueda de nuevos casos, permitiendo la propagación de la enfermedad. Una hipótesis respaldada por un análisis del biólogo evolutivo Michael Worobey de la Universidad de Arizona.
Y finalmente, el brote allí se extendió a otros países y se convirtió en el creciente brote internacional contra el que el mundo está luchando ahora.
Ahora, Ogoina dijo que temía que los suministros limitados de vacunas en el mundo resultaran en una repetición de los problemas que surgieron en la pandemia de coronavirus, cuando los países más pobres se quedaron con las manos vacías después de que los países ricos acumularon la mayoría de las dosis.
“No tiene sentido controlar solo el brote en Europa y América, porque entonces todavía tendrás la fuente (animal) del brote en África”, dijo Ogoina.