La muerte del líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, en un ataque de un dron estadounidense en Kabul ha reavivado los fantasmas del supuesto apoyo talibán en su territorio a grupos yihadistas, después de que los islamistas se limitaran este martes a condenar el bombardeo sin hacer referencia al terrorista.
El área en el que se encuentra la residencia en la que impactó en la mañana del pasado domingo el cohete que mató a Al Zawahiri cuando se asomó al balcón está completamente acordonada por las fuerzas de seguridad de los talibanes, que impiden el acceso a punta de fusil.
La vivienda de varias plantas rodeada de un muro con alambre de espinos, y ubicada en una de las zonas más protegidas de la capital afgana donde residen gran parte de los líderes talibanes, permanece ahora con lonas verdes cubriendo las partes afectadas de la fachada, de acuerdo con varias imágenes compartidas en las redes sociales.
Según la Casa Blanca, Al Zawahiri se había trasladado con su familia a la residencia a principios de este año procedente de Pakistán, donde en 2011 murió en otra operación estadounidense el líder histórico de Al Qaeda y predecesor, Osama bin Laden.
Los vecinos del área llevaban días asistiendo a un aumento de vuelos de drones, pero después de décadas de guerra estos aparatos no tripulados forman parte del paisaje, por lo que no esperaban un bombardeo inminente.
“Hemos visto drones en el cielo muchas veces, y pocos minutos después del ataque también había un dron en el cielo, pero no pensamos que se tratara de una operación de tal magnitud”, afirmó a Efe Mohammad Mubaris, que vive cerca del lugar del ataque.
APOYO TALIBÁN A AL QAEDA
Mientras, a ras de suelo, la gente se pregunta si la muerte del líder de Al Qaeda en Kabul, protegido aparentemente por los talibanes, supondrá un mayor aislamiento y restricciones internacionales dentro de la ya crítica situación que vive el país.
Los talibanes han evitado por ahora nombrar al fallecido, y después del anuncio a última hora del lunes del presidente estadounidense, Joe Biden, de la muerte de Al Zawahiri, los islamistas se limitaron hoy a condenar el ataque.
El Gobierno talibán “condena enérgicamente este ataque, que se produjo por el motivo que fuera, y lo considera una clara violación del derecho internacional y del acuerdo de Doha”, aseguró el principal portavoz islamista, Zabiullah Mujahid, en un comunicado.
Estos ataques “repiten la experiencia fallida de los últimos 20 años y van en contra de los intereses de Estados Unidos, Afganistán y la región. Repetir esas acciones dañará las posibles oportunidades” de estabilizar la región, anotó el portavoz.
En el acuerdo de Doha firmado en febrero de 2020 entre Estados Unidos y los talibanes se acordó la retirada completa de las fuerzas estadounidenses de Afganistán después de dos décadas de conflicto, que concluyó hace un año tras la toma de Kabul por los islamistas.
Sin embargo, la salida de EEUU se hacía bajo la condición, entre otros puntos, de evitar que Afganistán volviera a convertirse en santuario de terroristas como ocurrió durante su anterior régimen entre 1996 y 2001, marcado por el apoyo a Osama bin Laden y los ataques del 11-S, algo que aparentemente incumplieron los talibanes.
Así el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, acusó por su parte al régimen talibán de violar “gravemente” el acuerdo de Doha al haber cobijado en Kabul al líder de Al Qaeda, traicionando las “repetidas” garantías al mundo de que no permitirían que el territorio afgano fuese usado por terroristas.
El antiguo Gobierno afgano respaldado por EEUU ya había insistido en que los talibanes no habían cambiado y seguían manteniendo lazos profundamente arraigados con Al Qaeda, algo que escenificó la pronta felicitación del grupo de Al Zawahiri a los islamistas hace un año.
Durante las últimas dos décadas, los miembros de Al Qaeda ayudaron a los talibanes a financiar la guerra contra las tropas estadounidenses, y proporcionaron conocimientos en materia táctica y armamentística, así como en la fabricación de explosivos y ataques suicidas y con coche bomba, un respaldo que parecía continuar.
“La muerte de Al Zawahiri en Kabul (…) es una sólida evidencia de que el Gobierno de los talibanes no rompió su relación con Al Qaeda y otros grupos terroristas”, violando así el acuerdo de Doha, aseguró a Efe el analista político Wais Nassiry.
INCERTIDUMBRE
Otros especialistas o antiguos miembros destacados de los servicios de inteligencia afganos prefieren mostrarse precavidos sobre lo sucedido y qué llevó a EEUU hasta el objetivo.
Cuando en mayo de 2011 una operación especial de Estados Unidos acabó con la vida en Pakistán de Osama bin Laden, que vivía en una residencia situada muy cerca de la principal academia militar paquistaní, las autoridades prefirieron mostrar su ignorancia antes de reconocer su supuesta complicidad con el buscado terrorista.
El ex jefe de la principal agencia de inteligencia afgana Rahmatullah Nabil, planteó hoy la posibilidad de que quizá los líderes talibanes aprendieron del doble juego habitual de Pakistán y traicionaron a Al Qaeda para buscar una contrapartida de Washington.
“El asesinato de Al Zawahiri, conflicto o transacción”, se preguntó en Twitter Nabil, que afirmó que el tipo de reacción estadounidense a lo sucedido dejará entrever la implicación talibán, o el posible apoyo también de la inteligencia paquistaní.
Por su parte, el académico y analista afgano Javid Momand aseguró a Efe que sea o no verdad la muerte del líder de Al Qaeda en Kabul, el discurso estadounidense será claro: los talibanes habrán violado el acuerdo de no respaldar el terrorismo y aumentará su aislamiento.
“Dependerá de los talibanes no repetir los errores cometidos entre 1996 y 2001 e imponer otra guerra a la nación afgana”, sentenció. EFE