Al mismo tiempo que el Clan del Golfo despliega su despiadada y criminal estrategia del plan pistola, con la que ya han asesinado a sangre fría a más de 35 policías y militares, en el interior de esta organización narcotraficante se está dando una guerra interna entre las principales cabezas para definir a bala limpia quién será el sucesor del extraditado jefe del clan, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel.
Por Semana
SEMANA conoció información exclusiva sobre los movimientos de los hombres que conformaban el círculo más cercano al capo, hoy tras las rejas en Estados Unidos, y quienes se declararon la guerra a muerte.
Se trata de Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo; Wilmar Antonio Giraldo, Alias Siopas, y José Gonzalo Sánchez, alias Gonzalito, los tres con un prontuario criminal inmenso, y también en la mira de las autoridades colombianas y estadounidenses. Sus cabezas tienen precio. Por información que lleve a su captura, las autoridades pagan hasta 5.000 millones de pesos.
A la distancia pareciera que el Clan del Golfo sigue actuando de manera articulada, en especial por la ejecución del plan criminal para asesinar policías y por la intención de llegar a negociar un eventual sometimiento con el Gobierno del presidente entrante, Gustavo Petro, bajo el amparo de la hasta ahora gaseosa propuesta del “perdón social”.
Sin embargo, la realidad es diferente, quienes los conocen y con información certera que tienen las autoridades, se ha logrado determinar que estos tres cabecillas del Clan del Golfo en realidad están jugándose la vida por quién queda como jefe de la poderosa organización, que hoy es la principal exportadora de cocaína a Estados Unidos y Europa.
Esta guerra contradice las últimas órdenes de Otoniel, quien les había dejado claro que era mejor estar unidos, incluso teniendo en el panorama la posibilidad de una negociación. Es por eso, tal vez, que en términos de sometimiento siguen actuando de manera conjunta.
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