Las barberías callejeras se multiplican en Caracas como una vía para hacer frente a la crisis económica, en un país donde los precarios salarios impulsan a sus ciudadanos al trabajo informal.
Por Adriana Núñez Rabascall / vozdeamerica.com
Lleva 7 años en el mismo lugar, procurándose ingresos con su máquina de rasurar, en una Venezuela donde 8 de cada 10 ciudadanos trabajan de manera informal, según la Encuesta de Condiciones de Vida
“¿Que si sueño tener una barbería? Lo sueño, pero el día de mañana aquí estamos. ¿Por qué venirse a afeitar debajo de un puente? Bueno ve, en mi núcleo familiar somos 9 personas y le doy gracias a Dios. Mis hijos están estudiando, debajo de este puente mantengo a mi familia”
Por cada corte cobra dos dólares, mucho menos de la mitad de lo que costaría en un salón de belleza. Por eso Carlos es un cliente habitual.
“La misma situación país, estos muchachos a lo mejor no tienen para pagar un local, porque un local cuánto les puede costar”
En otro extremo de la capital venezolana, Ender Lemus improvisó en plena calle su barbería con láminas de zinc y trozos de lona.
“Esto me ha ayudado mucho a criar a mis hijos”
El sol del mediodía calienta el diminuto espacio, pero no es excusa para detener la faena.
“Empiezo a las 10 de la mañana y puedo cerrar a las 5 de la tarde, 6, depende, hasta que no se vaya el último cliente uno no… Yo, por lo menos, no cierro hasta que se vaya el último cliente”
A solo metros de distancia de la misma avenida donde Ender ejerce su oficio, otros barberos ambulantes esperan también hacer la mayor cantidad de cortes posibles para llevar algo de dinero a sus casas.
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