Durante varios años, el escritor angloindio Salman Rushdie fue el hombre más amenazado del mundo. El ayatolá Jomeini, líder político-espiritual de la Revolución islámica de 1979, dictó en la radio pública de Irán una fatua contra Rushdie (una fatua: pronunciamiento legal en el Islam emitido por un especialista en ley religiosa sobre una cuestión específica) en la que apelaba al asesinato del escritor por uno de sus libros, Los versos satánicos, que consideró blasfemo contra los musulmanes. Era el 14 de febrero de 1989. El asesinato sería recompensado con 3,3 millones de dólares.
Por: El Mundo
Desde entonces, pasó 13 años recluido. Cambiaba cada dos o tres días de domicilio, esquivó en lo posible el contacto con su familia (sus dos hijos y su segunda mujer, por entonces: Marianne Wiggins). Desapareció. Vivía rodeado de guardaespaldas, sometido a un complejo sistema de seguridad dirigido desde Scotland Yard. Aprendió a ser una sombra. A vivir demasiadas noches en hoteles de una noche. En pisos francos. En sótanos. Salman Rushdie (Bombay, 1947) pasó de escritor a fugitivo por obra y gracia del fundamentalismo islámico. Mientras él se diluía, Los versos satánicos, como todo libro prohibido, se convirtió en un éxito de ventas. A pesar de la fatua, en algunas radios piratas de países islámicos (también de Irán) se hacían lecturas en farsi de la pieza.
Rushdie tenía entonces nacionalidad británica. A los trece años, en enero de 1961, fue enviado por sus padres al Reino Unido, donde estudió en Rugby School, uno de los más prestigiosos internados británicos. Allí pasó dos años atormentado por sus compañeros: en su contra jugó origen indio y su torpeza deportiva. Pasó después al King’s College de la Universidad de Cambridge, donde obtuvo la maestría en historia en 1968, especializándose en temas islámicos. Y comenzó su aventura de escritor. En 1975 publicó Grimus. Después, Hijos de la medianoche (1981) y Vergüenza (1983). La cuarta novela fue Los versos satánicos. Su maleficio. Su infierno. Su delito.
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