La forma de caminar de un niño puede decirle mucho a los médicos sobre su salud y desarrollo. Pero la transición del caminar de un niño a un adolescente no es tan universal como se podría pensar.
Por 20minutos
Tal y como recoge Science Alert, dependiendo de en qué parte del mundo crezca un niño, su forma de andar puede madurar de una manera ligeramente diferente a la de otros.
A los 7 años, la mayoría de los estudios sugieren que la distancia y el ritmo de los pasos de un niño coinciden con la consistencia y la coordinación del caminar de un adulto, sin importar dónde crezca ese niño.
Sin embargo, al mismo tiempo, otros estudios han encontrado fluctuaciones sutiles de ‘paso a paso’ en la forma en que caminan los niños mayores. Estas variaciones parecen persistir mientras las extremidades inferiores de una persona continúan creciendo, hasta la adolescencia temprana, y pueden verse influenciadas por la cultura.
En Sudáfrica, por ejemplo, los investigadores descubrieron que los niños en edad escolar primaria ya muestran un ángulo maduro de rotación de la cadera cuando caminan. Sin embargo, en Francia, los niños tardan hasta los 12 años en desarrollar un patrón de marcha similarmente maduro.
El caso de Japón
Un nuevo estudio de Japón encuentra diferencias aún más sutiles en la forma en que aprendemos a caminar como adultos. A diferencia de los niños de Sudáfrica, los niños de Japón no mostraron un cambio significativo en los movimientos de rotación de la cadera a medida que envejecían.
Al observar a un grupo considerable de niños en edad escolar, los investigadores en Japón encontraron que los niños más cercanos a los 12 años tenían una mayor fuerza en el tobillo que los niños más pequeños.
La longitud de sus pasos y zancadas también era más pequeña y su cadencia era más rápida que la de los niños de 6, 7 y 8 años.
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