Buffy, la cazavampiros, Sé lo que hicieron el verano pasado y Juegos salvajes son tres títulos de la década del 90 que fueron sinónimos de éxito, sobre todo en el público adolescente y juvenil. ¿Qué otra cosa tienen en común esas tres producciones? A una de las actrices mejor valorada de su generación, Sarah Michelle Gellar. Una intérprete sólida que comenzó su carrera a los 4 años y que no paró de ascender.
Por infobae.com
Geller nació el 14 de abril de 1977, en Nueva York, Estados Unidos. Es hija única de Rosellen Greenfield y Arthur Gellar, y es por eso que todos los focos estuvieron puestos en ella, incluso los de la fama. Sus progenitores veían en Sarah Michelle una belleza que entendían que tenía que explotar y a los 4 años ya la empezaron a llevar a cuanto casting se enteraban. Claro, viviendo en Nueva York, esto era cuestión de todos los días, pero aunque suene a lo contrario, no tuvo una infancia del todo feliz.
Por lo pronto, su etapa escolar fue compleja. Arrancó con las producciones fotográficas ya desde el preescolar pero el gran tema fue en la primaria. En 1983, con tan 7 años, debutó en cine, en la película An Invasion of Privacy. Al año siguiente fue parte de Over the Brooklyn Bridge. ¿Qué provocó esto? Desatención en el colegio. No solo sus maestros mostraron su preocupación porque le costaba aprender cuestiones básicas de la edad, sino por las ausencias. Prácticamente no iba nunca al colegio porque no le daban los tiempos.
En el medio, no lograba hacer amistades, ya que por las inasistencias quedaba libre y así iba rebotando de un establecimiento a otro, sin lograr asentarse en alguno. Su mamá no quería saber nada con que deje su trabajo, pese a la corta edad y a lo que las obligaciones estaban provocando en ella. De alguna manera, vio en la pequeña a la gallina de los huevos de oro y exprimió al máximo la situación. A la par, también hacía karate y era una destacada patinadora artística. Siempre lograba estar entre los primeros puestos en cada competencia en la que se inscribía.
Sin embargo, en un momento su madre entendió que no podía acaparar los tres frentes -los dos deportes y la actuación- más el educativo, y le propuso enfocarse en la escuela y dejar algunas de las otras actividades. Sarah le prometió que se iba a enfocar en los estudios si la dejaba seguir con sus dotes artísticos. Para ese entonces, y pese a su corta edad, sabía que podía llegar lejos. Con ése acuerdo, dejó los deportes, se enfocó en asistir a clases y acomodó sus horarios de grabación.
Ese año -1984- también tuvo que afrontar la separación de sus padres. El hombre se fue de la casa y no apareció nunca más. Ella no supo más de él hasta el 2001, cuando le avisaron que había fallecido. Esto no le generó absolutamente nada, en palabras propias. Es más, un año antes y siendo famosa, se refirió a su familia y le restó importancia a su alejamiento. “De mi padre no tengo una imagen. No estoy siendo evasiva con él, es que simplemente es así, tengo poco para decir”, remarcó.
Empezar a ganar su propio dinero también le sirvió, porque con la separación su madre ya no le podía pagar el colegio, se salteaba meses y aunque no la echaron, esa noticia corrió como chimento en la comunidad educativa, los padres se lo contaron a sus hijos y ellos la hostigaban en los recreos. “Yo era diferente y eso es lo único que no puedes ser en la escuela, porque estás condenado al ostracismo. No tenía el dinero que tenían los otros niños”, remarcó.
Pero contra viento y marea terminó la escuela y en paralelo, comenzó a crecer en el ámbito laboral. En 1989 hizo High Stakes en la pantalla grande y recién regresó al cine en 1997, con tres proyectos en simultáneo: Beverly Hills Family Robinson, Sé lo que hicieron el verano pasado y Scream 2. En el período del medio se dedicó a la televisión, protagonizando series como All my Children. Hasta que llegó su gran despegue, cuando la convocaron para Buffy, la cazavampiros.
No fue una historia más: ni en su vida ni en la historia de las series adolescentes por la trascendencia que tuvo. Como suele suceder en casos similares, fue creada para estar al aire una temporada, pero la repercusión fue tal, que los creadores no dudaron en seguir escribiendo para agregar capítulos. Así fue como este producto, que vio la luz en 1997, continuó su recorrido hasta el 2003.
La historia giraba en torno a un grupo de cazadores de vampiros, demonios y otros seres del mal. La figura estelar, la protagonista, era Buffy, el personaje interpretado por Sarah. A medida que el producto fue creciendo en popularidad, lo mismo ocurrió con ella. La fama y el protagonismo fueron de la mano. Se alimentaban mutuamente. Sin dudas fue su reconocimiento internacional, el momento en el que Hollywood le abrió sus puertas definitivamente.
Todos empezaron a hablar de su versatilidad y ella demostró que estaba a la altura. En 1999 protagonizó Juegos sexuales y en 2004 pasó al terror convirtiéndose en una de las embajadoras del género, en films como La maldición y El grito 2, en 2006. En 2009 pasó al drama, al protagonizar Veronika decide morir. La comedia también la tuvo entre sus filas. Sin ir más lejos, el año pasado le puso su voz a la serie animada Amos del universo: revelación.
Pero más allá de todo esto, hay otras cuestiones que la marcaron y de las que no se puede liberar. Tiene que ver con una enfermedad que afecta sus huesos y que le generan mucho dolor. Una situación que en más de una oportunidad la obligó a poner en pausa todos sus proyectos. Hoy, incluso, cuando la convocan para un papel pide no hacer ciertas escenas que le demanden movimientos fuertes. Y en el caso que no lo acepten, directamente no acepta el trabajo.
De esto habló hace poco y dio detalles de cómo es vivir a diario luchando contra un dolor crónico llamado escoliosis, que lo sufre desde que tiene uso de razón. Se trata de una curvatura fuera de lo normal en su columna que con el correr de los años se fue agravando. “Tengo escoliosis grave. Me la descubrieron en la adolescencia, pero segura ya la tenía y empeoró con el uso de la mochila. En aquella época éramos tan inconscientes de las modas que la usábamos en un solo hombro. Creo que todas las chicas con las que crecí seguro tienen los mismo”, comentó en una charla con Hudson Valley Scoliosis.
Más allá de todo, siempre supo enfrentar las situaciones que le tocaron y salir bien parada. En cuanto a lo sentimental, pudo hacer su vida lejos de la experiencia de sus padres. En 1997 conoció a Freddie Prinze Jr y fruto de esa relación fueron padres en dos oportunidades, con la llegada de Charlotte y Rocky James. Desde el día que se conocieron nunca más se separaron, siendo una de las parejas más estables de la farándula internacional. En 2001 se comprometieron y se casaron un año después. En ese terreno también, Sarah es una mujer exitosa.