“Desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”. Este célebre refrán tiene algo de cierto, pero solo un poco. Una nueva investigación publicada en la revista científica Cell Metabolism ha descubierto que un desayuno copioso como comida principal de día ayuda a reducir el hambre pero, en contra de la creencia, no sirve para quemar calorías de forma más eficiente y rápida.
Por La Razón
Es uno de los consejos nutricionales más extendidos: ingerir la comida más abundante del día por la mañana y solo comer alimentos ligeros por la noche. La explicación es que durante el día el cuerpo tiene más tiempo para quemar el exceso de calorías, por lo que un desayuno copioso tendría menos impacto en las caderas que una cena abundante. Pero, ¿es correcta esta afirmación?
Un equipo de científicos dirigido por la profesora Alexandra Johnstone del Instituto Rowett de la Universidad de Aberdeen, en colaboración con el profesor Jonathan Johnston de la Universidad de Surrey, ha encontrado que la energía se utiliza de manera similar, independientemente de cuándo se consuman las calorías. Los resultados de la investigación, financiada por el Consejo de Investigación Médica, desafía estudios previos que han sugerido que los “comedores vespertinos” tienen una mayor probabilidad de aumentar de peso y son menos capaces de perderlo.
Así, según sus hallazgos, que una persona ingiera su comida más copiosa a primera o última hora no afecta en cómo el cuerpo metaboliza las calorías. No obstante, el estudio indica que las quienes hicieron del desayuno la comida principal dijeron sentir menos hambre después, lo que podría fomentar una pérdida de peso más fácil.
Para el trabajo, los investigadores reclutaron a 16 hombres y 14 mujeres sanos con sobrepeso u obesidad para controlar sus dietas y medir sus metabolismos. A cada participante se le asignó aleatoriamente una dieta cargada por la mañana o una dieta cargada por la noche durante cuatro semanas. Las dietas eran isocalóricas, con un equilibrio de 30 % de proteínas, 35 % de carbohidratos y 35 % de grasas.
En general, los investigadores comprobaron que el gasto energético y la pérdida de peso total eran iguales en las dietas con carga matinal y vespertina. Así, según indican los resultados, los participantes perdieron un promedio de poco más de 3 kg durante cada uno de los períodos de cuatro semanas.
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