Durante los últimos años y dada la crisis económica en Venezuela que ocasionó una migración masiva, muchas personas vieron la frontera de Táchira como un territorio en el que podían sobrevivir y se asentaron. La ruptura de relaciones con Colombia en 2019 y el cierre del paso peatonal por los puentes internacionales hicieron de las trochas un negocio rentable, y a partir de esto se fueron creando puestos de empleo que garantizaban el sustento diario.
Los denominados caleteros, carretilleros y trocheros comenzaron a ofrecer el paso de mercancías de contrabando.
Las cientos de personas que a diario siguen atravesando estos espacios controlados por grupos irregulares se convirtieron en una excelente opción de ingresos. Sin embargo, con la reapertura formal este paso ilegal de productos pudiera mermar, por lo que aseguraron estar esperanzados en no quedarse sin su fuente de empleo.
El 26 de septiembre se tiene prevista la normalización del intercambio comercial. Muchos ciudadanos, analistas y dirigentes políticos consideran que los gobiernos de ambos países deben comenzar a tomar medidas que lleven a la clausura de estos pasos, pero para quienes se dedican al negocio esto no va a suceder y no tienen un plan B, en caso de quedarse sin trabajo.
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