Una cheesemonger especializada sabe diferenciar entre un producto de granja y uno industrial. Pero ser catadora por excelencia de un alimento característico en los diferentes destinos gastronómicos del mundo, es solo para sabios. “Más que experiencia, debe tener mucha memoria tanto en gusto y olfato”, confirmó Genessi Pinto con más de cinco años especializada como una verdadera sommelier de los quesos.
Escapó de su país en busca de una mejor calidad de vida. Desde El Tigre emprendió su viaje rumbo a Perú, enfrentó el lado más oscuro de la migración y se topó con lo inimaginable: La profesión que le apasiona y la distingue. Sin miedo a los nuevos retos, consolidó sus conocimientos de forma autodidacta y audaz, tanto así que se convirtió en la primera venezolana invitada en el panel de jueces de los próximos World Cheese Awards. En un camino de distintos matices, nos contó cómo logró tal hazaña.
Por: Elizabeth Gutiérrez y Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
Una apuesta incierta
Genessi, graduada como licenciada en Relaciones Industriales, sabía que la situación en Venezuela era difícil y no hallaba equilibrio entre lo que hacía y un sustento económico que le permitiera poder disfrutar la vida que deseaba.
“El 2017 fue el año más duro para todo el país. Sentía que no tenía rumbo, era como vivir el día a día. Y pensaba: ‘Con 22 años no tengo nada y estoy lejos de tener algo propio porque es algo insostenible seguir aquí’. Tenía un trabajo y no me alcanzaba para nada. Creo que esa fue una de las situaciones que más me chocó. El no poder trabajar para vivir y ahorrar”, expresó.
Con la esperanza de un mejor futuro y las ganas de salir del país, le llegó la oportunidad para avanzar. Una amiga la convenció para llegar a Perú y hospedarse con su familia radicada allá. “Era menor la carga y la preocupación, porque es distinto llegar a un país que no conoces y nadie te espera. Entonces dije: ‘Bueno, probemos Perú’. Así fue como decidí irme”.
La joven de 27 años se aventuró a la capital peruana, pero su entusiasmo se desvanecía al no conseguir empleo. Durante aquella trayectoria, se cruzó con una tienda gourmet española que la introdujo en un escenario inesperado y desconocido, rodeada de jamones y decenas de quesos.
“Aprendí a cortar jamón a mano, ya que ese oficio era muy escaso. Acá había cuatro o cinco personas. Ahorita en la empresa [Cheese Corner] donde estoy tienen el mejor jamón del mundo y no tenían un cortador. Me dijeron: ‘Oye, esta es tu oportunidad, ¿la tomas o no?’. Y yo: ‘Claro, obvio’. Pero pensé que solamente eran jamones. Cuando entro a la tienda y veo que es una quesería, hay 110 variedades de queso. Era una torre gigante de quesos por todos lados. Queso, queso, queso, queso. Pensé: ‘wow, qué miedo’”, recordó.
La aventura de su vida
La oriunda del estado Anzoátegui relató que se propuso crear su propia cultura mediante la exploración y el buen gusto. Apasionada por los retos y curiosa por descubrir todo a su paso, compró libros, hizo numerosos cursos, estudiaba durante las noches la historia de 5 quesos variados, su origen, el maridaje, producción, y los detalles más importantes de cada producto. “Al día siguiente, en la práctica, buscaba esos cinco quesos, los probaba y así sucesivamente. Tengo como seis años en este mundo y te puedo decir con ciencia cierta que solamente con probar un queso puedo decirte qué tipo de leche es: Oveja, cabra, vaca. Visualmente lo puedo reconocer. Puedo afirmar si es un parmigiano reggiano, un comté, un manchego, entre otros”.
Y así arrancó su visión de ser una gran cheesemonger, al dejar a un lado su carrera para especializarse en una rama completamente distinta. “Apartarte de lo que hacías en Venezuela para venir a otro país y hacer una cosa totalmente distinta a la que te preparaste es un poquito complicado, pero basado en la situación, se entiende. Es algo que a mí me gusta y si a mí me gusta, lo demás no importa”, aseguró.
Ser un cheesemonger es más que simplemente comercializar distintos tipos de quesos. Quienes se dedican a esta tarea, ven el oficio como un arte que requiere mucha dedicación, experiencia y conocimientos. Pero Genessi hace énfasis que la memoria de los sentidos es fundamental para poder distinguirse entre los mejores.
La meta de un cheesemonger es la de educar a cada persona para que encuentre su queso favorito y cómo compartirlo con los tuyos. “Es el que te va a decir cómo cuidar cuidarlo en casa, cómo tienes que comerlo, marinarlo. En fin, todo lo que conlleva a su cuidado, a la exploración del producto“, apuntó.
Por tanto, Genessi explicó que un cheesemonger es capaz de orientarte e instruirte en este vasto mundo. “Para que puedas hablar con propiedad sobre las características del queso que compraste. Que no me vengan a decir: ‘oye, yo quiero un manchego de cabra’ porque no existe. El manchego siempre es de oveja. No pueden decirme ese tipo de cosas. Y también para que sepan qué comprar y no los engañen”.
La venezolana detalló que un cheesemonger tiene la habilidad para diferenciar los quesos por texturas, colores, olores. Las propiedades de este producto si son hechos de manera industrial o artesanal, hacen que los sabores y los rasgos disten enormemente tratándose incluso de la misma variedad.
“Muchas veces los quesos industriales tienen solo una capa de cera como corteza, mientras que en los quesos de granja puedes encontrarte hasta cortezas lavadas de champán, de vino o de aceite de oliva, agua y sal. Los cheddar son cubiertos con tela. Si vas a un supermercado, lo que te vas a encontrar es otra cosa distinta al cheddar inglés. El sabor de un queso de granja versus un queso industrial es totalmente distinto. En el primero puedes encontrar miles de sabores, olores, notas dulces, almendrados, caramelo, mientras que en el de los quesos industriales son totalmente planos, todos tienen el mismo sabor”, acotó.
Un reconocimiento para la historia
Genessi descubrió con el paso del tiempo, que su ambición era desmedida. Aprovechó la visita a Lima de un reconocido juez quesero mexicano para entablar un vínculo que la llevaría cada vez más lejos. Es así como con la mentoría de Carlos Yesca, la tigrense será ahora parte del jurado de los World Cheese Awards que se celebrarán del 1 al 3 de noviembre en Gales, Reino Unido.
“Él vino a hacernos una capacitación un año después de yo haber entrado a la tienda y hubo ‘match’. Entonces, siempre quedé en constante comunicación con él. Siempre le preguntaba cosas sobre el trabajo y si surgía un curso sobre queso, él me decía ‘tómalo, hazlo, te lo recomiendo’. He aprendido muchísimo de él. Puedo decir que es mi mentor, que lo admiro demasiado y él siempre está en constante búsqueda de cheesemonger”.
Explicó que las trágicas muertes por la pandemia, abrieron vacantes entre los jueces del prestigioso concurso y fue desde entonces que se fijaron en ella para ser la nueva generación de expertos calificadores. “César es el encargado de buscar esas nuevas personas, jóvenes cheesemonger, que están ahorita por todo el mundo. Y él me recomendó. A partir de ahí me llegó esta invitación”.
Su presencia en el festival que premia lo mejor del mundo quesero será la primera para una representación de origen venezolano y así enarbolar nuestro tricolor bien alto.
“No tengo palabras. Muchos sentimientos encontrados. Porque el trabajo que he venido haciendo durante todo este tiempo ha dado sus frutos. Creo que se cosecha lo que se siembra. Estoy súper contenta porque no solo voy a representar a Venezuela, voy a representar a Perú, también a la tienda donde actualmente trabajo. Es un súper orgullo y sé que va a ser una experiencia increíble, no solo por ir a Gales, sino por las oportunidades que esto va a traer y la cantidad de personas que voy a conocer en este rubro”, mencionó.
Los cimientos de su legado
El entusiasmo de Genessi por impartir conocimientos en muchos se incrementó aún más al abrir una cuenta de TikTok y acumular con su contenido miles de seguidores. “Me creé un TikTok random solo para mirar, pero me empezaron a salir videos sobre quesos, cheesemonger en Europa, en Estados Unidos, abriendo quesos y claro, explicando. Pero todo era en inglés, en francés. Y yo decía: ‘¿por qué no hay nada en español?’. Fue cuando pensé, ‘pero por qué me estoy haciendo esta misma pregunta si yo lo puedo hacer’. Y de ahí empecé a subir mucho contenido explicando sobre cómo crear una tabla de quesos, cómo cuidaros, su historia, cómo cortarlos, cómo conservarlos o maridarlos, en fin, de todo. A la gente le encantó eso, porque la gente es muy curiosa”, aseveró.
Genessi es la prueba de que no existe nada mejor que trabajar en lo que te apasiona. Y es que convirtió su trabajo en una manera de vivir, soñar, aprender y compartir sus valiosos conocimientos con el público. Sus días transcurren en ese local, con la compañía de enormes ruedas de quesos y los disfruta como si se tratara de un paraíso. “Me levanto, hago las labores en mi casa, llego a la tienda, aperturo. Soy muy maniática con la limpieza y los quesos, siempre estoy mirándolos que estén perfectos, cambiándoles el film, limpiándolos, manteniendo todo ordenado y limpio”, indicó.
Esta catadora de quesos ha cosechado la admiración y el reconocimiento de su entorno. Aseguró que además de mantener una relación muy amena con los clientes, los orienta y los traslada desde su zona de confort a un universo de gratas experiencias.
“Tengo un buen trato con los clientes. No puedo estar un momento en la tienda y la gente llega y dice: ‘Oye, dónde está Genessi, quiero que me atienda Genessi’ y wow, la gente acá me quiere muchísimo. Hay veces que no conozco a nadie y de repente llegan unas personas, que nunca en mi vida he visto que me conocen y me dicen: ‘Te he visto en TikTok, estoy aquí porque he visto tu contenido en TikTok. Qué bien hablas y explicas’, todas esas cosas. Eso me encanta. Me da gusto saber que el contenido que preparo o como lo explico le está llegando a muchas más personas y esa es la parte más linda”.
Una cheesemonger sin límites
Genessi Pinto comenzó esta ruta de aromas, texturas y sabores como aprendiz, pero no demoró en superarse hasta ser una erudita. Transformó la quesería en su hogar y espera fortalecer aún más sus conocimientos con su propio emprendimiento. “Con esta experiencia me gustaría vivirla, gozarla, disfrutarla, aprender muchísimo más y tengo algunas que otras metas más adelante, como tener mi propia quesería. Me encantaría que fuera en Venezuela, pero no se puede. Ahí vamos, viendo cómo, dónde y cuándo”, señaló.
Hay variedad de paladares y pocos se arriesgan a probar más allá de lo convencional. Sin embargo, esta joven apasionada por los quesos mantiene la mejor actitud para difundir enseñanzas con una pizca de originalidad y los latinoamericanos lo agradecen. Su anhelo por explorar nuevos rumbos no se detiene y lo dejó muy claro. Mientras tanto, desde su tierra seguiremos de cerca cada triunfo.
“Quiero una experiencia de un año en una granja. Me encantan los animales y tener un contacto directo con ellos, con el productor. Es una meta que tengo planteada dentro de dos o tres años más adelante. Espero hacer unas pasantías con un productor francés, el mejor en su área. Eso también es una meta que tengo, que deseo cumplirla muy pronto. Por ahora, seguiré viajando, conociendo, todavía me falta mucho por descubrir”, finalizó.