De adolescente, Debbie Schwartz se sentía humillada cuando los médicos decían que sus enfermedades estaban en su cabeza.
Por BBC Mundo
“Me destruía el alma”, narró esta exprofesora de 47 años. “Me sentía desesperada, aislada y humillada”, agregó.
Schwartz padece una enfermedad tan rara que los expertos no la han podido identificar, y es una de las miles de personas que buscan respuestas.
Ahora está entre los primeros pacientes en ser tratados en la primera clínica en Reino Unido especializada en síndromes sin nombre.
Una búsqueda exhaustiva
Schwartz pasó gran parte de su adolescencia viajando a lo largo y ancho del país, pues sus preocupados padres querían averiguar qué le pasaba a su única hija.
“Sentía que estaba defraudando a mis padres”, admitió.
“Me llevaban de un lado a otro. A hospitales en Newcastle y en Londres. Pero cuando a una niña de 11 años le dicen que las pruebas no muestran nada y tus padres escuchan eso, no piensan que los médicos estén equivocados, porque hicieron todas esas pruebas. Así que el diagnóstico debe ser que te lo has inventado”, apuntó.
Tras afirmar que se sentía muy presionada, Schwartz consideró que los galenos que la trataron fueron “muy displicentes”, lo cual hizo que al final de su adolescencia, su vista, habla, audición y movilidad se deterioraran.
Sin embargo, esto no le impidió terminar la carrera de bioquímica en Londres y obtener el título de profesora de ciencias.
De mal en peor
En el año 2000 Schwartz sufrió un colapso que la obligó a pasar 10 meses en el hospital y desde entonces no camina ni trabaja.
“Entonces se decidió que no era asma y empecé a hacerme un montón de pruebas con diferentes médicos”, explicó.
“Empezaban entusiasmados, porque era un caso único y pensaban que era interesante, pero perdían el interés cuando hacían las pruebas y seguían sin poder llegar a un diagnóstico”, agregó.
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