“En el interrogatorio no nos dijo mucho, aseguró que no era culpable y con mucha duda solo decía eso, como lamentándose. Juró que él no había sido, y yo le creí porque con los años se aprende a identificar quién miente”, señaló la Fiscal Pachón.
El hijo de Yorladys de Jesús Bedoya le contó a la Policía y a la Fiscalía que su madre días atrás le manifestó que estaba aburrida y que tenía muchos problemas con su padrastro, pero él no supo nada, pues no tenía buena relación con su padrastro.
Con las declaraciones del joven llegó la captura de Yorladys, quien se presentó ante la Fiscalía y, después de negarlo todo, terminó aceptando que el plan era suyo y que había pagado por ello.
Fue hasta ese momento que apareció en el radar de las autoridades el nombre de Andrés, sobre el que Bedoya aseguró solo conocer cómo se llamaba.
El caso consternó a la comunidad, reportes de prensa salieron en todas partes y la foto de la esposa muy pronto se hizo viral. Horas después y, como un golpe de suerte, alguien sospecha quién era el Andrés que todos buscaban.
“Nos llamaron y dijeron que creían saber quién era, pero solo tenían una foto. Cuando se la mostramos a Yorladys ella lo reconoció y así empezamos su búsqueda”, señaló Pachón.
Con labores de inteligencia, la Policía llegó al barrio San Cayetano, donde lograron dar con su vivienda y capturarlo. Cuatro días habían pasado desde el crímen.
Al profe Chica no lo cuidaron los ángeles…
Jorge Andrés Correa no tenía para el día de su captura antecedentes por ningún delito, probablemente no era un sicario consolidado ni un experto en el manejo de cuchillos, según la lectura de la Fiscalía, pues “alguien con dominio no hubiera necesitado causar tantas heridas”, mencionó Pachón.
Además, no tuvo en cuenta que era un sábado temprano en la mañana y los vecinos de barrios residenciales están descansando y no trabajando y que hay más silencio que en otros horarios.
La lectura de Belisario Valbuena, psicólogo y perfilador criminal, es que era un asesino inexperto que hizo todo por su deseo de dinero.
“Una persona que se dedica a eso lo primero que hace es un seguimiento a la víctima, evaluar sus rutinas y escoger un lugar solitario para cometer el crimen. Usualmente usan revólveres para que ni siquiera queden casquillos en el lugar de los hechos. En esta escena, él dejo visto que no era un profesional, sino alguien que pensó que podría ganarse ese dinero fácilmente porque la víctima era un adulto mayor”, apuntó el experto.
Además de su confianza, Correa dejó en la escena del crimen muchas pistas. En el forcejeo se le cayó una gorra con la que la Fiscalía terminó de identificarlo plenamente, pues la llevaba puesta en múltiples fotos que subió a sus redes sociales.
“Quizá es una persona con patología o consumida por este tipo de actividades de magia y superstición. Pero una cosa es lo que estas imaginan o creen, pero otra muy distinta es la que sucede; como dice el padre de la criminalística, de una escena siempre queda algo y se llevan algo”, apuntó Valbuena.
Sobre la mujer, de la que se sabe tenía una relación con conflictos internos, el experto explicó que es probable que padezca una psicopatía, razón por la que no siente dolor culpa o arrepintiendo por lo sucedido.
De acuerdo con el relato de los policiales que atendieron el caso, se percataron de su actitud el mismo día del crimen y la corroboraron con su frivolidad en los interrogatorios.
“Se logra percibir claramente que la motivación era económica y que era una familia disfuncional y sin amor”, agregó Valbunea.
Y es que, según revelaron los investigadores del caso, sí había -además de las dos pensiones que tenía Chica- un seguro de vida de alto valor. La víctima tenía como principal beneficiaria a la mujer, con un 80 por ciento y el 20 restante para los hijos que tenía con la expareja. Lo que ignoraba Bedoya era que este no estaba vigente.
Ni pensión, ni carro, ni casa le quedaron a Yorladys luego de este asesinato de su esposo, su única herencia fueron los 17 años de prisión a la que fue condenada por planear con dolo su muerte.