Sufrir un trauma psicológico durante la infancia triplica el riesgo de desarrollar un trastorno mental grave al convertirse en adulto, según un reciente estudio liderado por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas que revisa y resume toda la evidencia y metaanálisis previos sobre todo el abanico de trastornos mentales existente.
Por La Razón
Y cuando se habla de sufrir un trauma infantil, explican sus autores, no se trata únicamente de haber sido víctima de abusos sexuales o de malos tratos físicos. El trauma puede ser fruto de crecer entre peleas constantes de los padres, de haber tenido unos progenitores que infravaloraban a esa persona o focalizaban en ella sus frustraciones haciéndole sentir un fracasado, o unos padres negligentes que no cuidaban al hijo a nivel físico o a nivel emocional o no les dedicaban tiempo y atención…
También puede derivarse de perder a una persona de referencia, como la madre, que cambió toda la dinámica familiar. O de haber crecido en un ambiente familiar con dificultades económicas serias y preocupaciones constantes. Incluso una sobreprotección constante, que los padres estén constantemente encima de sus hijos, puede ser un elemento traumático.
“Cualquiera de esos traumas, además del bullying o de los abusos físicos, provocan alteraciones estructurales y funcionales en el cerebro en un momento -el de la infancia y la adolescencia-, en que éste es muy vulnerable porque aún está creciendo, y eso lo hace más vulnerable a un trastorno en la edad adulta”, explica a La Vanguardia Benedikt Amann, psiquiatra, investigador y autor principal del trabajo.
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