El papa Francisco celebró hoy una misa multitudinaria en un estadio en la localidad de Riffa, en Baréin, donde los católicos son casi en su totalidad migrantes procedentes sobre todo de Filipinas y la India, y en su homilía pidió rechazar la lógica del “ojo por ojo, diente por diente” para poder “acabar con la espiral de venganza”.
El papa presidió la misa ante cerca de 30.000 personas, según las autoridades, que llenaron este estadio de fútbol y que representaban a los cerca de 80.000 católicos de este país del golfo Pérsico, pero también llegaron fieles de los países vecinos como Kuwait, Catar y Arabia Saudí para asistir, como explicaban algunos, a “algo que sucede sólo una vez en la vida”.
“Queridos amigos, quisiera agradecer vuestro sereno y alegre testimonio de fraternidad, para ser en esta tierra semilla de amor y de paz. Es el desafío que el Evangelio entrega cada día a nuestras comunidades cristianas, a cada uno de nosotros”, dijo el papa en su homilía que prefirió pronunciar en español.
Y a todos los que asistieron a esta celebración les dijo: “traigo hoy el afecto y la cercanía de la Iglesia universal, que los mira y los abraza, los quiere y los alienta”.
En las tribunas o en el césped esperaron durante horas, algunos llegaron de madrugada, para asistir a la misa de Francisco, la mayoría procedían de Filipinas e India algunos explicaban que llevaban hasta 20 años en el país y principalmente trabajan en el sector de la refinería y de los servicios. “Somos felices en Baréin, y sobre todo hoy con la visita del papa”, aseguraban.
A pesar de sus problemas de rodilla, el papa quiso saludar a los fieles y realizó la tradicional vuelta al estadio en papamóvil entre los gritos de júbilo de los fieles que gritaron “Viva el papa” y “Papa te amamos”.
Para muchos de ellos es difícil ir a misa, en Baréin hay sólo dos iglesias, una pequeña, la del Sagrado Corazón, la primera del país construida en 1939, y la catedral de Nuestra Señora de Arabia, que este viernes visitó Francisco, inaugurada en diciembre del año pasado con capacidad para casi 3.000 personas, pero en medio del desierto y no accesible para todos.
Como recordó Francisco en el primer discurso de este viaje de cuatro días a Baréin a las autoridades, la mitad de la población de 1,4 millones de habitantes es inmigrante y son ellos los que han hecho grande y construido este país.
“Esta tierra es precisamente una imagen viva de la convivencia en la diversidad, de nuestro mundo cada vez más marcado por la permanente migración de los pueblos y del pluralismo de las ideas, usos y tradiciones”, explicó el papa en su homilía.
A ellos el papa aseguró que Dios “sufre observando en nuestros días, en tantas partes del mundo, formas de ejercer el poder que se nutren del abuso y la violencia, que buscan aumentar su propio espacio restringiendo el de los demás, imponiendo su dominio, limitando las libertades fundamentales y oprimiendo a los débiles”.
Pero que ante ello, Dios pide “que permanezcamos siempre, fielmente, en el amor, a pesar de todo, incluso ante el mal y el enemigo” y que se rechace el “ojo por ojo, diente por diente” y “al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra”
“Esto nos pide el Señor, perseverando en el bien incluso cuando recibimos el mal, rompiendo la espiral de la venganza, desarmando la violencia, desmilitarizando el corazón” y por ello indicó: “Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”.
El papa concluirá esta jornada con una visita al colegio Sagrado Corazón, donde se reunirá con cerca de 800 jóvenes de varias religiones.
EFE