Un simple comentario de ascensor (“Este año pasó volando”) puede requerir de la ciencia una explicación complejísima que involucra neuronas, sentidos y emociones. La percepción de que las hojas del almanaque 2022 cayeron más rápido de lo habitual es materia de estudio.
Por: Clarín
“En la psicología del tiempo hay tres campos de investigación: los ritmos biológicos, las experiencias de duración y el estudio del tiempo histórico-cultural”, asegura Richard A. Block, profesor emérito de la Universidad de Montana y uno de los máximos expertos en percepción del tiempo.
Con esos tres ejes, se busca una explicación a las sensaciones que tiene la especie humana (la única con esta particular característica) sobre el transcurrir de horas y años.
En ese terreno aparecen el cerebro y sus distintos tipos de relojes biológicos. “Cada uno de los relojes está especializado en medir un rango de duración concreto. El circadiano mide duraciones durante las horas del día. Formado por un núcleo de neuronas en el hipotálamo, se encarga del control de nuestros horarios de vigilia y sueño y de alimentación, entre otros. Es el que suele desajustarse luego de un viaje largo en avión, provocando el jet lag”, explica Block.
Luego señala los otros dos relojes fundamentales: “Hay un reloj de milisegundos, capaz de procesar intervalos muy breves. Este cronometraje es muy importante, por ejemplo, para percibir el habla correctamente, escuchar música o para el control de nuestros movimientos. El tercero es el reloj cognitivo, que sirve para medir duraciones comprendidas entre segundos y minutos y se encarga de nuestra experiencia consciente del paso del tiempo”.
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