En alta mar, donde confluyen las aguas territoriales francesas y brasileñas, parpadean decenas de puntos luminosos. Cada uno indica la presencia de una ‘tapouille’ procedente de Brasil, goletas que entran en aguas de la Guayana Francesa para pescar ilegalmente.
A pocas millas náuticas, la tripulación de la patrullera “La Confiance”, con todas las luces apagadas para mantener la discreción, avista a un reincidente.
Un destacamento de marinos militares, dividido en dos lanchas, aborda la ‘tapouille’ por sorpresa y transmite la información a “La Confiance”.
En la embarcación, de 13 metros de eslora, viajan diez hombres, entre ellos un menor. La bodega contiene unas ocho toneladas de pescado.
“Un volumen que empieza a ser importante”, comenta Thibaut Guyotjeannin, comandante de “La Confiance”.
La tripulación se pone luego en contacto con el Centro Nacional de Vigilancia Pesquera y con representantes del Estado francés en la Guayana Francesa, que ordenan desviar la embarcación brasileña hacia el puerto de Larivot, cerca de Cayena, la capital de esta región francesa de ultramar.
– Peces devueltos al mar –
Los pescadores salieron hace diez días del puerto de Vigia, en el estado brasileño de Pará, en una embarcación sin instalaciones sanitarias y con las literas colocadas encima de la maquinaria.
Los tripulantes de “La Confiance” se turnan a bordo para asegurarse de que la embarcación sigue la ruta correcta y no sabotean sus motores.
El capitán asegura en portugués que “el motor se averió y el barco se adentró en aguas francesas” sin que él se diera cuenta.
Pero, según uno de los soldados, “siempre es la misma excusa”. Otro militar asegura que les vio pescando.
El pescado incautado no puede recuperarse porque no fue capturado ni conservado en condiciones adecuadas y las ocho toneladas son devueltas al mar por los brasileños, bajo vigilancia militar.
Cuando lleguen a territorio francés, el capitán del será entregado a los gendarmes y los demás escoltados hasta la frontera.
Uno de los marineros dijo haber ganado 7.000 reales (unos 1.300 dólares o euros) por tres meses de trabajo.
– “Asesinato” de la industria pesquera –
“Dedicamos unos 200 días al año a operaciones de vigilancia pesquera”, dice el comandante Guyotjeannin
Pero la patrullera no solo se dedica a este tipo de operaciones, porque su misión es “disuadir de cualquier actividad ilegal”, explica el comandante de la zona marítima Laurent Martin.
Es difícil impedir la pesca ilegal en los 131.000 km2 de aguas territoriales frente a las costas de la Guayana Francesa en el océano Atlántico.
“Para acabar con la pesca ilegal, los pescadores guayaneses tendrían que ocupar ese espacio”, afirma Laurent Martin.
“Hay 100.000 marineros en el estado de Pará, frente a un centenar activos en Guayana, así que no damos abasto”, dice Léonard Raghnauth, presidente del comité regional de pesca.
En la Guayana Francesa, muchos marineros son de origen extranjero.
Pero los trámites son tan largos que sus permisos caducan. Los patrones pesqueros se enfrentan así a la escasez de mano de obra.
De las 130 licencias expedidas en este departamento francés, solo 26 buques están en activo.
Léonard Raghnauth habla del “asesinato” de la industria pesquera, el tercer sector económico de la Guayana Francesa, y le gustaría que hubiera buques militares al oeste y al este de la costa para bloquear la entrada de pescadores ilegales.
Una estrategia imposible, según el comandante de la zona marítima, que cree que “hay que apuntar hacia las zonas de pesca y poner allí medios militares”.
“Siempre está bien detener una ‘tapouille’, pero ¿cuántas más entran?”, se pregunta Raghnauth.
El barco brasileño que los militares desviaron está ahora amarrado en el puerto de Larivot, donde será destruido.
AFP