En realidad, a nadie le interesa cuanto gana un ministro del régimen actual, caracterizado por la ausencia de transparencia y de información sobre los usos del dinero público. Sabemos que lo que digan al respecto no será verdad. Más allá de los privilegios fabulosos que quien debería ocuparse del trabajo señaló. Como con policías y militares, no importa el sueldo sino el poder de obtener más y más recursos personales por fuentes alternas a las de la nómina bufa.
Pero lo peor de lo indicado por este señor, a mi parecer no es su desinterés por el monto de sus ganacias o la de los demás ministros del supuesto gabinete. Lo peor es la burla contenida en la señalación de que nadie en Venezuela está contento con lo que gana. Y de que el problema son las sanciones. Porque creen que el trabajador, que el venezolano es bruto, o así lo intentan hacer creer. De allí la ignominia. Todos sabemos el desprecio por el trabajo y el trabajador que se evidencia en el manejo económico del régimen del terror.
Tratar de tapar que el salario mínimo ya no existe, por ejemplo, o que no es intencional su monto por las políticas del régimen, pasa de lo ridículo. Es el régimen quien impone los sueldos. El régimen nos llevó a este atolladero, del cual además no quiere salir, en sus malas relaciones internacionales. El régimen regala recursos casi diariamente para comprar países del Caribe. Para sostener a Cuba. El régimen es el administrador del cuarto país del mundo en materia de corrupción. El régimen no paga porque la nómina pública no constituye negocio para el. En principio. De ella, al entregarla a los trabajadores, no les queda un centavo a los “ministros” y los demás recipiendarios del erario público. En cambio, en cada supuesta obra que realizan, pocas, les queda su buena tajada.
El arco minero, las negociaciones que quedan con el petróleo dan para el sostenimiento del país y más. Pero… Prefieren sus negocios con el terrorismo mundial. Con el narco mundial. ¿Quien secó la producción nacional? ¿Quien seca empresas? ¿Quien persigue con impuestos desmesurados a la ciudadanía en general y a los comerciantes, industriales y empresarios? ¿Quien redujo los sueldos con el Instructivo ONAPRE contrariando las leyes, el derecho laboral, los acuerdos internacionales, los derechos humanos?
Los trabajadores no somos bobos. El querer hacer ver ante el mundo que la situación de pobreza es mayor para pedir clemencia no significa que no esté allí la realidad. La situación de necesidad humanitaria compleja ha sido provocada. El deber de cualquier gobierno es satisfacer las necesidades de su población. Y en caso de ruina acudir al apoyo internacional. Pero, ¿quien le cree a un maula mentiroso y corrupto como el régimen venezolano? Los trabajadores no. Ese “ministro” actuó como defensor de la política destructiva del trabajo y del trabajador. Sin más. Es un agente que vela por el régimen. No por el trabajo.